Reflexiones irreflexivas (agosto de 2018)

Uno de mis álbumes de fotos en Facebook se llama Reflexiones irreflexivas, estas son algunas de las más recientes. No, no son gran cosa.



Al final, después de todo lo que se elucubró, se elucubra aún, España no es más que lo que es. Y no es difícil verlo, tenemos la geografía y la historia para saberlo. Por eso escribí ¿Qué eres, España? Luego están las opiniones salidas del pensamiento de quienes se han dedicado a imaginar lo que no eran capaces de ver con sus propios ojos.

A los que comparan la emigración española durante el segundo franquismo con la llegada de migrantes africanos a la España actual, antes les sugiero que estudien lo que les dicen los historiadores sobre aquello y lo que les dicen los analistas actuales sobre el presente. Si no, no pueden comparar una salida necesaria hacia lugares repletos de puestos de trabajo con una huida inevitable hacia un paraíso que no es tal pero se le parece a ojos de los huidos.

A (mucha de) la gente de izquierdas le asombra que sea de derechas la gente de derechas y a (mucha de) la gente de derechas le asombra que sean de izquierdas la gente de izquierdas. A lo mejor se han equivocado de bando. De adscripción política, quiero decir, que bando suena a guerra civil.

Pedro Sánchez, a diferencia de Pablo Casado, que no da con lo suyo (su título), sí encontró a tiempo su avión dabuten para ver a Los Killers, ahora que se cumplen cinco años de la tragedia ferroviaria de Angrois con la que avergonzarnos si no miramos para otro lado, como los de Casado hacen con Casado y los de Sánchez hacen con Sánchez, ahora que arde la cercana realidad de la capital del mundo occidental, allí en la Grecia continental, ahora que algunos hombres siguen matando a demasiadas mujeres, ahora que los independentistas catalanes han vuelto a decidir que ellos sí tienen derecho a decidir, ahora que uno empieza a sentir aproximarse el enorme valor y el peso liviano de la palabra vacaciones.

Tres de las profesiones más vilipendiadas del mundo occidental son las de taxista, político o editor de libros de texto. Políticos, no hagáis como los taxistas: una huelga es lo que os faltaba para cavar vuestra tumba de respeto profesional. Los otros... Buenos los otros ya sabemos que en septiembre tendremos que disimular y silbar mirando al techo. O al cielo. !Cielos¡

Muerte al capitalismo, escribe un taxista en su cuenta de Twitter, jaleado por personas que uno considera cabales. Y bien que lo son, cabales, porque nada hay más ajeno al capitalismo que el servicio público de taxis. Tiene(n) toda la razón: muerte al capitalismo. Aunque, ahora que caigo, si se acaba el capitalismo, ¿cómo le voy a pagar yo a este taxista cuando me suba a su taxi? Déjame que lo piense.

Si en 1936 hubiera existido Twitter, en España no habría habido una guerra civil, quizás un golpe de Estado sí, pero luego nos habríamos muerto ahogados en una bilis nauseabunda leyendo los tuits de los malnacidos del otro bando y del propio. Tuits como los que acabo de leer hace un rato de gente a la que siguen personas que tenía por cabales pero que son capaces de lo peor que un ser humano puede hacer desarmado.

Sin violencia no se consigue nada. Sabotear e impedir la libre circulación de ciudadanos no es hacer huelga, tampoco si no se hace contra tu empleador. Sin violencia no se consigue nada. Para que las reivindicaciones sociales tengan legitimidad, logren la solidaridad del resto de la sociedad, no basta con explicitarlas gritando. Sin violencia no se consigue nada. Y en esas estamos.

Gracias a las redes sociales hemos sabido algo que intuíamos, y lo hemos conocido de primera mano: existen las mentes depravadas. Y son cientos. No son lo suficientemente numerosas como para amedrentarnos, pero saberlas ahí desazona bastante. Sobre todo porque algunas de ellas tienen el respaldo de personas que aparentan ser seres humanos a los que mereció la pena darles confianza e incluso tenerles algún cariño.

Santi Potros sale en libertad, y no todos estamos muertos.

Quédate con este nombre... Jakob Ingebrigtsen, nacido el 19 de septiembre de 2000, campeón de Europa un día de agosto de 1.500 metros y al día siguiente, también, de 5.000. Ganando las dos pruebas de calle, nunca mejor dicho, siempre desde la posesión estelar de la cuerda.

Y la reina de los Europeos de Berlín fue... Dina Asher-Smith.


Hay que ser muy inconsciente, o un anarcocapitalistatiburonáceo, para mantener que los impuestos son el mal de las sociedades libres. [Pablo Casado: “La izquierda radical sube los impuestos. La cabra siempre tira al monte”]


Se necesitan muchos más chiflados de los que asediaron y asedian una ciudad para fulminar su esplendor. Ni el pistolerismo bifronte ni el franquismo frontal ni los terroristas islámicos ni los fundamentalistas de la memoria y el deseo fundidos en un magma etílico bastan para acabar con la vitalidad de algunos mundos. (A BARCELONA, 17 de agosto de 2018).

¿El lenguaje importa? ¿Son las palabras portadoras de futuro, de mejora, de querencias, de estímulos, de realidad? Lo pregunto porque la vicepresidenta del Gobierno español mantiene lo uno y lo contrario. Defiende el lenguaje inclusivo en su razonable cruzada a favor de la igualdad y considera insuficientes los ataques verbales como ataques a las instituciones que ella misma representa ineludiblemente. Pero, ya se sabe, Carmen Calvo es así. Nadie es perfecto, Pedro Sánchez. A este paso yo también voy a querer que las elecciones pongan fin a este desaguisado de apariencia molona y visos cada vez más fantasmagóricos.

Nazis en Alemania... No puede ser, con el cuidado que han puesto los alemanes con su pasado. No como nosotros, que tenemos aún el pasado ahí, mirándonos a los ojos y diciéndonos una y otra vez lo horrendo que fue y, al mismo tiempo, lo horrendo que es ocultarlo y lo horrenda que es su presencia.

[EL PAÍS: ‘La ultraderecha toma las calles de una ciudad alemana. Por segundo día consecutivo cientos de neonazis se manifiestan en Chemnitz por la muerte de un joven” https://elpais.com/internacional/2018/08/27/actualidad/1535396568_722916.html]

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