En la comarca andaluza de Sierra Morena
han tenido lugar dos batallas históricas de renombre universal, una medieval,
la de Las Navas de Tolosa, en el remoto siglo XIII, otra más cercana, en el
alba de la contemporaneidad española, la de Bailén, que se produjo el 19 de julio de 1808 a las puertas de esa ciudad
jienense.
Esta última, la batalla de
Bailén, supuso la primera victoria española frente a las tropas francesas en la
guerra de la Independencia española y la primera derrota de los ejércitos del
emperador Napoleón Bonaparte a campo abierto desde que dieran comienzo las
llamadas Guerras Napoleónicas. Es además el acontecimiento propiamente bélico
más descollante de la que se tiene por primera fase de aquella contienda sobre
territorio peninsular, aquella etapa que transcurre desde el mes de junio hasta
el de octubre de ese año 8.
A las adiestradas e incluso
curtidas tropas francesas del prestigioso general Pierre-Antoine Dupont, que
avanzaban a través de Andalucía, decidió hacerlas frente el improvisado
ejército puesto en pie por el reputado general español Francisco Javier
Castaños ─quien se hallaba al frente de la Capitanía General de Andalucía─, formado
por los soldados enviados por las juntas de defensa de Granada y Sevilla, poco
más que campesinos mal armados y carentes de preparación alguna aunque semejantes
en número a los combatientes napoleónicos.
Realmente, todo comenzó
cuando el día 14 los hombres de Castaños atacaron a los franceses, que se
encontraban en el también municipio jienense de Andújar y prefirieron marchar
hacia Bailén, donde toparán con el grueso de las tropas del general de origen
suizo Theodor von Reding (más conocido por la castellanización de su nombre,
Teodoro Reding) y las del general de origen francés Antonio Malet, marqués de
Coupigny, que conformaban dos divisiones del ejército español y venían
hostigando al contingente de Dupont desde hacía algunas semanas.
El combate de Bailén comenzó
en la madrugada del día 19, poco antes de que Castaños llegara al campo de
batalla desde Andújar. De cómo las tropas españolas rodearon a Dupont y le
obligaron a rendirse tres días después tras aceptar una tregua ya el día 20 se
ha escrito a menudo, como también es sabido y aquí reitero y acentúo que
aquella derrota significó para el emperador la caída de uno de sus cuerpos de
ejército al completo, es decir, unos 18.000 hombres, acarreó además la huida
hacia Vitoria desde la capital madrileña de su hermano el rey José I y supuso
ante todo y sobre todo la palpable demostración de que la invencibilidad
napoleónica era un mito y como tal algo que tenía ya sobre sí el punto de mira
que señalaba el final de la gesta de
Bonaparte.
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