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Calle del Teniente Coronel Noreña


Recuerdo cuando le quise explicar lo que fue la Guerra Civil contándole cómo murió el teniente coronel Noreña que da nombre a una calle del barrio de sus abuelos, de mi barrio actual, de mi barrio de siempre. Carlos Noreña Echevarría, el cartógrafo y mártir de conciencia. Un mártir de conciencia que se salvó dos veces de morir en las placas de una calle de la ciudad de Madriz pero que no pudo escapar de ese destino que la historia desvanecida le tenía reservado para el día 14 del mes de octubre del terrible año 1936: su fusilamiento en la ciudad que en 1978 y en 2016 decidió no unirle a los derrotados vencedores de una guerra que no parece acabar nunca. No quiso unirse él a las fuerzas leales a la república asediada y en la madrugada de aquel día 14 los asediados le ajusticiaron en la Ciudad Universitaria. Y eso es una Guerra Civil, Andrés. Muerte y decisión. A Noreña le mataron por la misma razón que los suyos mataban a los militares fieles a la Constitución. Por rebelión militar. Y en medio, el pueblo, el inexistente pueblo repleto de vivos y muertos, de asustados y convencidos, de listos y tontos, de amigos y enemigos, de españoles y extranjeros de sí mismos.




ESTE TEXTO forma parte de una novela titulada Qué ganas tenía de verte que no creo que acabe de escribir nunca.

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