Del día 24 del mes de marzo del año 1844 es el decreto fundacional de una
de las instituciones españolas más famosas en el mundo, aunque sólo sea por el todoelmundoalsuelo que profirió el
teniente coronel Antonio Tejero en la aciaga jornada del 23 de febrero de 1981
que no consiguió dar al traste con la democracia de la que disfrutamos los
españoles.
Sí, la Guardia Civil, el cuerpo público de seguridad tiene ya unos años, camino
va del siglo, y fue instituido durante el reinado de Isabel II, cuando la hija de Fernando
VII ni tan siquiera había cumplido los 14 años. Presidía el gobierno Luis González Bravo, un joven de
familia rica hasta hacía poco progresista él, un periodista culto que había
nacido en 1811, llevaba tres meses en tan alta responsabilidad y a quien le
quedaban únicamente otros dos meses para desempeñarla.
Pero, a lo que vamos, la Guardia Civil nacía para garantizar el
orden, para defender a las personas y a sus propiedades, de manera
preferente en un ámbito desprotegido de estos menesteres, el rural, agitado por
el rebrote del bandolerismo y por las agitaciones sociales. Venía a sustituir
al Ejército en sus inadecuadas funciones policiales pero haciendo permanecer el
militarismo propio del imaginario de los moderados en el poder, que veían al
Estado liberal como la escenificación de la conservación del orden político,
del orden social y del orden económico. Su orden.
Un mes más tarde, Francisco Javier Girón Ezpeleta, quinto
marqués de las Amarillas y segundo duque de Ahumada, recibirá de González
Bravo el encargo de organizar la Guardia Civil en tanto que director de la
misma. De hecho, es admitido que el segundo de los duques de Ahumada, el duque
de Ahumada por antonomasia, es el auténtico creador del cuerpo.
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