De la monarquía a la república al imperio para acabar con
otro nombre y otro sitio (bizantino,
en la Grecia de la que tan bien se había apropiado). Roma. Palabras mayores (palabra mayor). Reyes, cónsules,
aristócratas en definitiva que comienzan por conquistar la península donde más
de dos mil años después nacerá tardíamente Italia y, en el siglo III a.C., hacen
de la ciudad del Tíber la capital espléndida de lo que ya es una gran
potencia. La primera de la historia occidental, que devendrá ya en
nuestra era en imperial poderío. Definitivamente, en aquella centuria, con la victoria de Roma sobre Cartago, Occidente
daba la espalda a Oriente por los siglos de los siglos (y hasta hace poco).
El estado militar en que devino Roma
fue una dictadura dueña y señora del
mare Nostrum en que convirtió al
Mediterráneo, que exportó por donde su incesante actitud bélica expansionista
le permitiera la cultura occidental que venía fraguándose desde hace ya más de
2.500 años.
Porque Roma es pura cultura occidental, y su
prolongada existencia —todavía de base agraria pero de armazón abiertamente urbana— resultará tan
fascinante que imitarla será una
reiteración, a menudo fallida, en los siguientes siglos del pasado de
Occidente.
La más grande civilización de todos los tiempos fue, sí, la mayor potencia de la Edad Antigua,
un tiempo que damos por terminado cuando la propia historia de Roma llega a su
fin en el siglo V d. C., después del Cristo que nace cuando crece su esplendor
y cuyos seguidores acabarán convirtiendo al floreciente cristianismo, desde el corazón del mismísimo Imperio
romano, en una de las bases marmóreas de Occidente y de lo que habrá de dar en
ser Europa.
En la antigua Bizancio, en la ciudad de Constantinopla, pervivirá el Imperio ya no verdaderamente romano
durante algunos siglos más. Un Imperio
de Oriente (más que de Occidente) que no podrá resistir más de diez siglos
(ahí es nada) al islam que viene del más cercano Oriente. En Roma quedó nada
más y nada menos que la más longeva institución de la historia occidental, que
se tuvo por heredera de la cultura romana ya cristianizada: la Iglesia cristiana, pronto muy católica.
Comienza la Edad Media.
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