He visto en Filmin el documental Lo que encontraron de Sam Mendes, que toma películas de 1945 de camarógrafos británicos, almacenadas en el londinense Museo Imperial de la Guerra. En ellas se ven imágenes sobre la liberación del campo de Bergen-Belsen.
Los militares británicos obligaron a
los nazis del campo a enterrar los cadáveres de los presos muertos, la mayoría
judíos. En el momento de mostrar esas imágenes, desaparece el sonido. Son
escenas impresionantes.
A raíz de lo que ya he comentado
sobre reacciones extrañas en las redes ante el genocidio de Gaza, también me he encontrado con perfiles que para
acusar de su ignominia al gobierno de Netanyahu negaban el Holocausto. Es decir, querían despojar de su condición de víctimas históricas a los judíos.
Imagino que, como en esas teorías psicológicas en las que el niño maltratado se
convierte de adulto en maltratador, una situación puede explicar –que no justificar–
la otra. No debemos negar el Holocausto: esas imágenes de los campos de
concentración europeos son un espejo terrorífico en el que deben mirarse los
judíos actuales que apoyan a Netanyahu. En
esto que no debéis olvidar os habéis convertido.
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