No había comenzado la década de los 80. Hablo del siglo pasado. Estamos en mi barrio. Creo que la cinta de cassette es de mi amigo Pepe, tal vez sea de su hermana Nati. Se llama Vimana, la cinta (el elepé), y Nova el grupo. Me gusta tanto que me compro el siguiente disco de ellos, también en cinta. El siguiente se llama Wings of love, pero no me gusta tanto como Vimana.
Ojo, estoy hablando de rock progresivo. Por aquel entonces me gustaban bastante Camel. Genesis no, Yes un poco y King Crimson casi nada. Rush, también oíamos a Rush. Pero aquel Vimana, aquel Vimana me flipaba. Los Clash estaban a punto de aterrizar en mi mundo musical, así que Nova tenían aún tiempo para fascinarme. Poco.
Leo
ahora que lo que hacían Nova era prog-fusion (o progressive fussion o jazz rock
fusion). Rock progresivo, para entendernos.
Nova
era una banda en principio italiana afincada en Londres que sacó cuatro
álbumes. Vimana era el segundo, lo
publicaron en 1976, cuando el punk ya estaba dándole duro a todos estos músicos
que habían venido a cargarse la música pop. Yo los debí conocer, a Nova, digo,
a mis quince años, dos años después. Calculo.
Leo
en la portentosa web musical Discogs
que cuando se publicó Vimana (un año
posterior al debut de Nova, Blink)
“únicamente quedaban dos miembros originales: Elio d'Anna y Corrado Rustici.
Los nuevos miembros, Renato Rosset, Percy Jones y Narada Michael Walden [que
llegará a producir a Whitney Houston, Mariah Carey, incluso a Aretha
Franklin..., después de producir Wings of
love] los convirtieron en una banda más internacional”.
En
Vimana quienes tocan son Jones el
bajo, Walden las baterías y Phil Collins el resto de la percusión (sí, Collins,
entonces miembro de los ya mencionados Genesis), Rosset los teclados, el piano
acústico y el eléctrico y el sintetizador, Rustici (que canta cuando se canta)
las guitarras y Elio D'Anna la flauta y los saxos, todo ello producido por Robin
Lumley (integrante como teclista, junto a Phil Collins entre otros, del grupo
de jazz fusion Brand X).
Llevo
años sin escuchar a Nova, aunque hace unos pocos recuperé en Deezer Vimana y Wings of love. Vuelvo ahora a escuchar Vimana (en este ya casi verano de 2025 en que escribo esto). Espera
un momento...
Seis
canciones, 45 minutos. La más corta, Poesia
(to a brother gone), dura cinco minutos. La más larga supera los diez
minutos, es Driftwood, y la que creo
recordar que era la que más me gustaba se llama Princess and the frog y se va casi a los ocho minutos. Canciones
largas. Lo dicho, esta gente vino a cargarse la música pop. Pero no pudo. En
muchas ocasiones dejaron momentos maravillosos de música (pop) lastrados por
una pretenciosidad en modo alguno oculta. Una pretenciosidad que quizás sea más
una sensación de algunos oyentes (como yo).
Escucho
ahora mismo la que inaugura el disco (la que abría la cara A de la cinta, la
que da título al elepé) y qué quieres que te diga, es música de otro tiempo, de
un tiempo que me cuesta recordar como mío. La sigue una de casi diez minutos, Night games: más de lo mismo. Empiezo a
mosquearme con mi yo del pasado. El yo del pelo largo. Aquí ya cantan. Rustici
canta, en inglés (las letras son de Nick Sedgwick). Sigo escuchando. Parece que
descubro ya algo de lo que me emocionó hace tantos años, algunos pasajes de Poesia, el piano de Rosset, la guitarra
de Rustici. Thru the silence abría la
cara B de aquella cinta, se alarga hasta casi los seis minutos y esa batería de
Narada con la que comienza sí la recordaba: aquí, en la cuarta canción de Vimana hay algo de lo que debió gustarme
tantísimo, no sé bien lo que es, pero lo hay... Llego al final y,
efectivamente, hay algo en Princess and
the frog que me reconcilia con aquel chaval que era yo a mis quince, mis
dieciséis años, justo antes de que Ramones, T Rex (tarde, pero llegaron, cuando
ya no existían), los Clash y algunos otros me recordaran que nunca debería
haberme desviado tanto de los Beatles. Pero lo hice. Desviarme, un rato. Mucho.
Y
estuvo bien. Creo.
Comentarios
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios maleducados o emitidos por personas con seudónimos que les oculten.