Estamos acabando el primer mes del Tercer Año de la Gran Pandemia, 2021, y el pensador alemán Peter Sloterdijk es entrevistado por la periodista y escritora española Berna González Harbour para El País. No tiene desperdicio esa conversación.
Hablan de la ira, un motor
vital que le interesa especialmente al filósofo, también de que “el único
modo de escapar del resentimiento es comprometerse con una causa real”. Así
lo dice el autor de la Crítica de la razón cínica y Las epidemias
políticas, a sus 75 años, así de taxativamente, como habla él, como
hablan él y los suyos, esa gente a la que llevamos tantos siglos llamando filósofos,
y a los que únicamente hacemos caso cuando se nos examina en nuestros estudios
de secundaria, también en los universitarios. Por eso me interesa especialmente
cuando González Harbour le pregunta por lo que la filosofía puede hacer
todavía por nosotros, por el mundo, y Sloterdijk, haciendo referencia a las
tres fuentes del conocimiento humano (la ciencia junto con la filosofía, el
arte y la religión), responde:
“Cuando me preguntan eso, intento esconderme tras las
espaldas de Nietzsche, que dijo que nuestra misión es dañar a la estupidez.
Si lo logramos, habremos cumplido al menos un capítulo. El otro lo compartimos
con artistas y religiosos: desarrollar una mirada sobre el sentido o
sinsentido de la vida y hacerlo algo más comprensivo. Pero esto no es
necesariamente un trabajo analítico, sino una misión lírica, y este tipo de
preguntas pueden ser contestadas por la poesía y cualquier otra forma de
consuelo. Somos criaturas necesitadas de consuelo. O al menos de anestesia.
Escribí hace 10 años Has de cambiar tu vida con el capítulo Revolución
de Octubre, que no se refiere a 1917 sino a algo que ocurrió en el Hospital
General de Massachusetts, en octubre de 1847, la primera intervención bajo
anestesia total, que hizo posible el mundo moderno de la medicina. Ahora somos
pacientes de una forma distinta, somos operables hasta extremos increíbles. ¡A
mí mismo me operaron hace una semana y aquí estoy!”
La creadora de ese personaje de
novela negra que es la comisaria Ruiz le plantea al intelectual nacido en Karlsruhe
cuestiones sumamente interesantes, diría yo que vitales, en esta entrevista que
leo con una atención extrema. Destaco ahora esa tan directa que dice: “¿es
pesimista entonces sobre nuestra capacidad de cambiar?”
Sloterdijk —de quien a menudo se dice que su obra cumbre es su trilogía Esferas (2003-2004), donde desmenuza parsimoniosamente el recorrido de una especie que pasa de ser un animal cada vez más abierto al mundo a ser una especie naturalmente artificial: nosotros, el Homo sapiens— le contesta, sabiamente, filosóficamente también (quizás), a González Harbour que…
“No soy pesimista. Pero tienes que tomar a la gente
por lo que es y a partir de ahí construir soluciones. Es aquello de que con la
madera torcida de la humanidad no puedes construir algo recto, un concepto
antropológico muy realista. Solo el realismo ayudará”.
La lírica explicando el mundo para entenderlo de forma realista. Acabáramos. ¡Estos filósofos, mira que nos hacen pensar!
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