Adelaida es nombre de madre: mi abuelo se lo puso a la mía al regresar de Australia.
A
Cuca la pusieron Adelaida y luego llegó la guerra y la posguerra, que fue peor,
pues a la muerte añadió los muertos.
Tiempos
de praos y de vacas y de anchoas, tiempos de italianos y sus fábricas y de
estraperlo y de recordar las botas de Ruiz Capillas, las botas que no estaban
en el cadáver que sí estuvo junto al faro.
Y
Don Jaime del Amo y el Viejín y el general Borbón y venirse a Madriz y conocer
a Ricardo y ser mis padres.
Adelaida
y Ricardo.
1963,
el año que mataron a Kennedy: barrio de Legazpi que es de la Chopera y el
Matadero y la plaza de la Beata.
Mi
mamá me mimó mucho, pero también me enseñó la libertad: ahí la tienes, pero
sube pronto (y antes ve donde Juanito a por tomate).
Mi madre parió más gente: a Richard y a Maite,
por ese orden y hasta hoy.
Gracias,
mamá, gracias por quitarme el miedo, gracias por dejarme aquí, en medio de la
vida así, como soy, como voy siendo.
Gracias,
mamá. Gracias por regañarme tanto.
Gracias
por consentirme tanto: sigo siendo el niño que te acompañaba al mercado.
Cuca, la que me llevaba
de la mano cuando la vida empezaba a quedarme tan cerca, tan a la altura de los
piropos de mi madre, tan a la altura de aquel mundo donde Cuca me enseñó a ser
lo que yo quisiera ser. Esto que soy.
en los años del frío que olvidamos
cuando teníamos hadas sin varita
unas magas todo refugio
mujeres invencibles
teníamos a nuestras madres
mi amigo Juli a Lola
yo a Cuca
¡Entrañable!
ResponderEliminar¡Ay!, la tienda de ultramarinos de Juanito, donde nos llenaban la botella con aceite virgen a través de aquella bomba dispensadora que nos deslumbraba tanto a los niños…
Y su cuchilla cortadora de bacalao...
EliminarMujeres fuertes y valientes. También dulces y amorosas.
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