Un libro magistral, difícil, fácil, elocuente, complejo, admirable en su
simpleza enfurecida, contradictoriamente elemental y sabio, enorme, de
reducidas facetas, tierno y sombrío: todo eso es para mí Alegría, de Manuel Vilas. Una obra que comienza directamente
apuntando al alma de quien se atreve a leerla. Así:
“Todo
aquello que amamos y perdimos, que amamos muchísimo, que amamos sin saber que
un día nos sería hurtado, todo aquello que, tras su pérdida, no pudo
destruirnos, y bien que insistió con fuerzas sobrenaturales y buscó nuestra
ruina con crueldad y empeño, acaba, tarde o temprano, convertido en alegría.
El alma
humana no tendría que haber descendido a la tierra”.
Aquellas cosas
que nos satisfacían, que se las tragó el tiempo, se las tragó el amor, como el
exprimidor con el que su madre le preparaba al protagonista, al narrador de Alegría, a VilasVilasVilas, los zumos de
naranja. Todos llevamos yoes muertos en
nuestro interior.
“¿Qué nos
hace el tiempo? […] Aquello que fuimos está enterrado en nuestro cuerpo, en nuestra
carne”.
Venimos de un
tiempo pretérito, el de nuestros antepasados, “un mar de espíritus humanos, una
larga y encendida noche de muerte y desesperación humanas”.
Nadie sabe qué es
el amor ni nunca sabremos qué es vivir.
¿Es audacia
literaria continuar un libro espléndidamente umbrío y deslumbrante a un tiempo
como es Ordesa con otro también con
maneras de novela al que titulas Alegría?
Porque hay que tener mucho valor para ponerle a una obra como Alegría esa palabra de título. Valor
literario. El valor que desprende la escritura de Manuel Vilas. El grandioso valor de la literatura de
Vilas. De la apasionada literatura de Manuel Vilas.
Los padres del
narrador y el enamoramiento excelso del protagonista hacia ellos de Ordesa
continúan con su presencia estelar, fantasmal. “Este amor que nos tenemos no se
irá jamás”, dice de su madre.
Quien nos habla
en Alegría, quien nos hablara en Ordesa, vive, escribe atemorizado y
eufórico a la vez y por igual, de tal manera que ese estado bifronte le impide
lograr la felicidad, que no existe
como algo absoluto. La belleza y la
verdad es cuanto le interesa.
"El secreto de la
vida se llama belleza”.
[...]
Todo lo que
escribió en Ordesa, “en el fondo me
lo inventé”, admite Manuel Vilas. Y si hay algo medular en sus libros es esto:
“Ya
sé que me lo estoy inventando todo, ya sé
que nada ocurrió como yo lo cuento, ya sé que no hubo tanto amor, que todo
fue banal, ya sé que estoy loco por inventarme esta historia de amor, por
inventarme mi vida, que no es como yo la cuento”.
Quien cuenta todo
eso es la desesperación, la angustia de
Manuel Vilas, convertida en un “ser esquinado pero a la vez demasiado
luminoso”.
Todo se lo
inventa el escritor para retener a sus padres en el mundo, que son los únicos
que pueden ayudarle para no terminar en el gran vacío hacia el que va:
“Es
el ‘muero porque no muero’ de Teresa de Cepeda, eso es”.
[...]
Este texto pertenece a mi artículo ‘Alegría, belleza, misterio y merecimiento: la literatura de Manuel Vilas’, publicado el 17 de enero de 2020 en Nueva Tribuna, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.
Bastantes veces no estamos de acuerdo con nosotros mismos y menos aun con nuestro yo/yoes del pasado.
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