El escritor español Francisco
Casavella murió demasiado joven. Dejó escritos varios libros que lograron
un altísimo reconocimiento por parte de quienes algunas veces llamo LosdueñosdelaLiteratura.
Se entiende que así sea cuando uno lee la trilogía que llevo años queriendo
leer desde que tanto bueno leí sobre ella en su momento, aunque mis lecturas
sobre la Transición me quitaran de
algún modo las ganas literarias de leerla, dejándome una desazón de la que
tardé en desprenderme. Hablo de El día del Watusi, las tres novelas
que son una y que fueron publicándose literalmente
por entregas los años 2002 y 2003 (Los juegos feroces, Viento
y joyas, y El idioma imposible) y definitivamente en un solo volumen algo
después.
Acaso sea la Historia,
y Casavella la ronde a su manera, aquello que explica “que lo posible se
hiciera probable y acabase en lo inevitable”.
“El
torrente burlón de un tiempo que quizá enflaquecía, o quizá era continuo, o
quizá fuera pegajoso y recurrente. “Un tiempo enterrado en los cursos del
tiempo, en la violencia, un tiempo en el abismo de los tiempos posibles, sin
Historia”.
“-Todo
pasa muy despacio hasta que empieza a pasar muy deprisa: ése es el nombre de la
acción.
-Todo
pasa muy despacio hasta que empieza a pasar aún más despacio: ése es el
adjetivo de la acción.
Todo
ocurría muy despacio hasta que empezaba a ocurrir muy deprisa y muy despacio a
la vez. Y ésos eran el nombre y el adjetivo de la acción: radiante acción.”
¿Para qué leer esta trilogía en clave de lectura de un
tiempo, si el autor le hace decir a su atrabiliario protagonista lo siguiente?
“Ya
he dicho que entre los años 77 y 79 leí ochocientos sesenta y dos libros.
Literatura, Arte, Filosofía, Autoayuda, Historia, Ufología, Ciencias, Aviación.
Nada de lo humano me era ajeno salvo la humanidad misma”.
“Reina una paz insólita en la profundidad de la angustia.”
“Dios se entretiene con nosotros”.
Y al final, todo lo que uno ha leído en El día del Watusi es que la lluvia acaba por regresar:
“La
lluvia. Dos chavales aplastados por la Historia en un basurero de ficciones. Un
muerto flotando entre dos aguas. Y otra vez la lluvia”.
Un basurero de ficciones. Interesante…
[...]
En El día del Watusi
hay un propósito de explicar que la historia no va a mejor, que donde hemos
llegado los españoles tras la dictadura no ha sido al mejor de los mundos.
“Los
poderosos, en su poder relativo, viven del fraude. Y el fraude consiste en
hacer pensar a los demás que pueden ser mucho más peligrosos, fuertes, astutos
e inteligentes de lo que son”.
“Los
privilegiados, si de algo sabemos, es de privilegios. Nunca estafaremos al
pueblo y podemos transmitirle nuestros secretos, aunque a costa de él nos
tengan que sacrificar. El pueblo es la bella. Nosotros, KingKong”.
“Siempre
me ha perseguido la duda sobre si el juego de las civilizaciones, las grandes
apuestas por el avance, el progreso del ser humano, son obra de un conocimiento
perfecto del conjunto, de una sabiduría racional y guiada por la prudencia, o,
por el contrario, de otra vía que surge de llenar el tiempo de palabras vanas y
confiar a la tradición el hecho de que la victoria sonríe siempre a los que
están seguros de ella. Lo que tenga que ser será, porque así ha de ser. Y
punto”.
“Hay
muchas cosas que no quiero saber. La sabiduría pone límites al conocimiento”.
Un personaje se refiere a los adalides ex franquistas de la Transición diciendo que “aún hemos de darles
las gracias por habernos evitado una segunda masacre”.
España idiota. Habla el narrador de El día del Watusi:
“En
España abunda la estupidez, y la delincuencia, reflejo deformado de la sociedad
civil, no va a ser una excepción”.
Este texto pertenece al artículo ‘Posmodernismo para dinamitar la Transición: leer El día del Watusi’, publicado el 22 de abril de 2019 en Nueva Tribuna, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.
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