La nieve cae “sobre todos los vivos y sobre los muertos”: Joyce y Huston

El protagonista del cuento de Joyce en el que Huston se basó para hacer una película excepcional sabe que esas “lágrimas generosas” que le provoca el recuerdo de algo que no ha vivido son un sentimiento que tiene que ser amor. Al final del relato que cierra el libro de relatos Dublineses, titulado Los muertos”, podemos leer, sobrecogidos, como sobrecogidos asistimos a la escena final de la versión de Huston de ese cuento:

“Su alma se había acercado a esa región donde moran las huestes de los muertos”.


Situémonos. Si James Joyce había publicado en 1914 su Dublineses, 73 años después llegaba a las pantallas Dublineses (Los muertos), titulada en su original inglés The Dead, dirigida por John Huston.

Pero sigamos leyendo.

Incapaz de “aprehender sus aviesas y tenues presencias”, Gabriel Conroy, el protagonista del relato de Joyce, de la película de Huston, siente que él mismo, que “su propia identidad se esfuma(ba) a un mundo impalpable y gris: el sólido mundo en el que estos muertos se criaron y vivieron se disolvía consumiéndose”. Mientras, al otro lado de la ventana, vuelve a nevar. La nieve cae sobre toda Irlanda. “Sobre el universo”. La nieve cae “sobre todos los vivos y sobre los muertos”.

La nieve habita el libro de Joyce y la nieve es cine en los últimos instantes prodigiosos de poesía emocionante de la película de Huston.

En la despendolada traducción del afamado escritor cubano Guillermo Cabrera Infante he podido leer en ese ensimismamiento final del relato de Joyce unas magníficas palabras que yo recordaba más dolorosamente hermosas en la voz (doblada al castellano) del actor que interpreta a Gabriel en la película de Huston (Donal McCann); palabras escritas/traducidas por el hijo del director, Tony Huston (su hermana Angelica, por cierto, interpreta a la esposa de Gabriel, a quien él admira, contempla, ya dormida en esta memorable escena final de un relato conmovedor que dio es ser un testamento cinematográfico de primer orden). Compara:

“Uno a uno se iban convirtiendo en sombras. Mejor pasar audaz al otro mundo en el apogeo de una pasión que marchitarse consumido funestamente por la vida”. (Guillermo Cabrera Infante)

“Uno a uno, todos nos convertiremos en sombras. Es mejor pasar a ese otro mundo impúdicamente, en la plena euforia de una pasión que irse apagando y marchitándose tristemente con la edad”. (Tony Huston)

Ahora mismo creo poder escuchar caer la nieve “como en su último ocaso”. La literatura y el cine, en ocasiones, obran el milagro de hacer de la realidad un sueño acongojante. 

Puedes contemplar aquí el monólogo final de la película.

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