Waterboys y García Lorca: música y teatro, teatro y teatro


Noviembre de 2017 y septiembre de 1980. Mike Scott y Nuria Espert. Los Waterboys y García Lorca. José Luis González Subías y ELLA.

El primer recuerdo que guardo de escuchar a los Waterboys se remonta a mi mili. A Bétera por la noche y a la entrada en una discoteca donde sonaba deslumbrante The whole of the moon. Era 1985 o 1986. Pocos años antes, en 1980, yo había asistido por vez primera en mi vida al teatro. A ver una de García Lorca, Doña Rosita la soltera. Iba con mi amigo Jose. Luego volví pocas veces.

Esta semana pasada he ido otra vez al teatro y he visto por fin a los Waterboys en directo. Al teatro, a ver de nuevo un Lorca, fui de nuevo con Jose. Al teatro, a ver al excelente grupo de Scott fui con ELLA. María Guerrero y Nuevo Alcalá son, respectivamente, los teatros en cuestión. He disfrutado de dos formas artísticas maravillosas en muy poco tiempo como se disfrutan de las creaciones de los artistas: bañado en el esplendor del artificio emocionante que te llega como si hubiera sido edificado expresamente para ti.

El día 20 de noviembre escuché y admiré el espectáculo musical repleto de vigor, estilo y ritmo —de esa teatralidad que pueden tener en ocasiones los conciertos de música propuestos por los verdaderos artistas— que están paseando por el mundo The Waterboys con motivo de la puesta de largo de su especialísimo disco más reciente, Out of All This Blue.

Y el día 25 contemplé asombrado la personalísima (tradicional y moderna a un tiempo) puesta en escena que el dramaturgo argentino Pablo Messiez ha llevado a cabo de las Bodas de sangre de Federico García Lorca, trayéndonos a 2017 una obra maestra que es un clásico desde su estreno en 1933 y que fuera ideada en el remoto año ya de 1931, cuando el andaluz eterno la escribió para dejarnos una mueca de sentimiento trágico telúrico.

De Bodas de sangre mi amigo Jose, José Luis González Subías, que me llevó literalmente al teatro a verla, ha escrito, con su destreza habitual para su inminente historia del teatro español que yo mismo tengo el orgullo de estar editándole, esto:
“La importancia otorgada por Federico García Lorca al teatro se pone de manifiesto no solo en su cultivo y el deseo de darle nueva savia sino en la creación de un proyecto de teatro universitario, apoyado y financiado por el gobierno de la Segunda República, destinado a divulgar el teatro clásico español por los pueblos de España. Así nació La Barraca, compañía aficionada —todos sus miembros participaron en ella de forma desinteresada— nacida a finales de 1931 y dirigida por Lorca junto con el escritor y director de cine Eduardo Ugarte, que anduvo por los caminos hasta el estallido de la Guerra Civil y el asesinato del poeta granadino.
En este período escribe el dramaturgo el grupo de textos de mayor trascendencia en el conjunto de su obra teatral. Nos referimos —dejando a un lado a Doña Rosita la soltera, no por carecer de importancia, sino por tratarse de una pieza totalmente distinta a las que pretendemos destacar, centrada en el drama interior de una solterona, tratado con suma delicadeza e intenso lirismo— al grupo de dramas rurales que, encabezado por Bodas de sangre, finaliza con ese “drama de mujeres en los pueblos de España” presentado con el título de La casa de Bernarda Alba, testamento dramático de García Lorca. En estas tres obras, el autor opta por una nueva vía en su dramaturgia que acerca su teatro a un realismo lírico presente ya en su poesía popular de los años veinte.
[…]
A pesar de su acercamiento al realismo, tanto en Bodas de sangre (1933) como en Yerma (1934) —especialmente en la primera— el componente lírico se halla aún muy presente en la acción dramática, a la que se incorpora como elemento esencial de la misma —buena parte de las intervenciones de los personajes se hallan en verso; ese verso lorquiano tan característico que expresa como ninguno el hondo y dolorido sentir del pueblo andaluz, vestido de surrealismo—; tanto como el simbólico, visible no solo en el lenguaje sino en la escenografía o en el nombre mismo de algunos personajes, cuando estos no se presentan simplemente —como ocurre en la mayor parte de los casos— como “mujer”, “suegra”, “padre”, “madre”, “novio”, “novia”, “vieja”, “hombre”, “niño”, “cuñada”, “muchacha”... Más explícitamente incluso en Bodas de sangre, con la intervención personificada de la luna y la muerte —esta última en forma de mendiga— en escena.
La tragedia recreada en la primera de estas obras es, en realidad, un tradicional conflicto de amor, deshonra y adulterio, que finaliza con la muerte de los dos hombres implicados.
Los temores de la madre del novio anticipan un desenlace que se percibe desde el inicio del texto, al que contribuye un trasfondo social arcaico y opresivo, propio de pequeños pueblos donde no hay privacidad y todos sus habitantes se conocen. Esta, a quien solo le queda un hijo con vida, odia a Leonardo, quien intuimos tiene alguna relación, al menos de parentesco, con los responsables de la muerte de los restantes hombres de su casa:

¿Qué sangre va a tener? La de toda su familia. Mana de su bisabuelo, que empezó matando, y sigue en toda la mala ralea, manejadores de cuchillos y gente de falsa sonrisa. (II, 2)

El lirismo lorquiano se mezcla con la tierra y la fuerza de una naturaleza salvaje e instintiva, manifestada en un lenguaje descarnado y directo alejado, en feroz contraste, de cualquier poeticidad, que acerca a los personajes a un primitivo mundo animal de supervivencia, reproducción y muerte:  

MADRE. Mi hijo la cubrirá bien. Es de buena simiente. Su padre pudo haber tenido conmigo muchos hijos.                    [...]PADRE. Ahora tienes que esperar. Mi hija es ancha y tu hijo es fuerte. (II, 2)

La brutalidad de ese mundo dominado por hombres en el que la mujer ocupa un papel esencial, pero siempre pasivo y receptor frente a la sombra del macho, semeja los vínculos afectivos entre los miembros de una manada donde las relaciones jerárquicas se establecen con claridad, siempre a partir de argumentos ligados a la ley del más fuerte:   

Con tu mujer procura estar cariñoso, y si le notas infatuada o arisca, hazle una caricia que le produzca un poco de daño, un abrazo fuerte, un mordisco y luego un beso suave. Que ella no pueda disgustarse, pero que sienta que tú eres el macho, el amo, el que mandas. (II, 2)

Así se expresa la madre del novio, personaje cercano a la madre de La casa de Bernarda Alba tanto en la fortaleza de su carácter como en su condición de valedora de una sociedad patriarcal y machista a la que contribuye con su actitud y sus enseñanzas del orden establecido. Pero a este orden se opone la fuerza del instinto natural, de una pasión irrefrenable que empujará a la novia a escapar con Leonardo, su antiguo novio; y a este a abandonar a su mujer encinta y al pequeño hijo de ambos:

Que yo no tengo la culpa, / que la culpa es de la tierra / y de ese olor que te sale / de los pechos y las trenzas.

Tan animal e instintiva como la de la novia fugada:


Desnuda, mirando el campo, / como si fuera una perra, / ¡porque eso soy! Que te miro / y tu hermosura me quema.


La tragedia culminará con la muerte de los dos machos y la actitud orgullosa y resignada de una dolorida madre que impone silencio a su alrededor, como hará después su heredera Bernarda Alba:

Calla, he dicho. [...] ¿Te quieres callar? [...] No quiero ver a nadie. La tierra y yo. Mi llanto y yo. Y estas cuatro paredes.

[…]
El universo trágico de Lorca responde a la actitud combativa de un hombre que trata de luchar contra los prejuicios de una sociedad que considera atrasada y esencialmente represora de la libertad individual.”

Yo, que no soy mucho de teatro, ni poco, o que, más bien, sencillamente, para mi desgracia, no soy, durante muchos años me vanagloriaba de haber ido al teatro sólo dos veces para ver a las dos más grandes, la Espert y la Morgan. Nuria Espert y Lina Morgan. Yo, el día 25 de noviembre presencié una excelente adaptación de un clásico que la compañía que la interpretaba (donde descuella la inmensa actriz que es Gloria Muñoz, la madre) hacía suyo sin insultar ni la memoria del admirado autor ni la inteligencia de cuantos nos sentamos a disfrutar una vez más de García Lorca, de la tierra y de la sangre.

Yo, que soy más de música, y fui mucho de conciertos, esta semana he podido sentir la nostalgia vívida del ser espléndido que nos procuran los artistas, los actores de teatro y los músicos a carta cabal. 

[De la obra de teatro que disfruté el día 20 ha escrito Jose en su magnífico blog (La Última Bambalina) esto que puedes leer AQUÍ]
[De lo de los Waterboys, yo mismo hablo en Periodistas en Español, en un artículo que puedes leer AQUÍ]

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