La Peste Negra se aprovecha
del bajón de tu crecimiento atascado Occidente y el descenso a los infiernos
parece que se va a llevar todo por delante. Pero no. El siglo XV sucede al XIV
y la sangre del comercio y el aliento de las ciudades comienzan a dominar poco
a poco la Tierra mientras el Sacro Imperio no cuaja y el Papado es
incapaz de ser lo que no debe pero quiere. Más de cien años de
guerras en centurias de violencia durante las que los que crecen son los reyes.
No literalmente, claro.
La sociedad medieval sigue jerarquizada
por los privilegiados que rematan su cúspide, justo debajo del
monarca, en unos tiempos nada tenebrosos si bien terribles,
donde se escucha ya la hierba que nace debajo del futuro para gestar un tiempo
en el que el ser humano ocupará el centro del Universo.
Insisto, esto que cuento no es un
proceso necesario, el progreso no es una línea recta ascendente. ¿El progreso,
qué progreso?
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