Walter Mosley vistió al demonio de azul

Easy Rawlins ha salido de la cabeza de Walter Mosley. No, en realidad no. Ha salido de su alma, de ese territorio donde quienes escribimos acabamos acumulando todo aquello que no sabemos explicar. Nuestro hermoso, terrible y exacto cajón de sastre. El cajón de sastre del que Rawlins ha salido durante unas semanas para llevarme al 1948 de la ciudad de Los Ángeles, un sitio al que últimamente voy a menudo. Incluso cuando escribo esa novela en la que sale mi madre.

¿Qué le queda a la realidad cuando le quitamos lo accesorio? Una novela de Mosley. Al menos esta, la primera suya, la primera de la serie de novelas protagonizada por Easy Rawlins, un detective que debuta en El demonio vestido de azul, un destello delicadamente contundente en la oscuridad de una auténtica novela negra.
Rawlins, lo dice él, que es la voz narradora de esta fascinante obra, no tiene tiempo para preocuparse de soportar la peor clase de racismo. Rawlins no cree en la justicia para los negros, si acaso para los que disponen de dinero, porque aunque “el dinero no constituye una apuesta segura, es lo más cercano a Dios que he visto nunca”.

Mosley se mueve en una liga de amagues, de despejes, de pocas sensaciones diluidas, como si los matices no estuvieran ahí y todo fuera el plomo y la voz que le habla al protagonista, pero de vez en cuando nos deslumbra con cosas como esta (cuando dice de uno de los personajes del libro):

“Cuando Mouse dejaba de sonreír parecía que se apagaba la luz de la habitación”.

Easy Rawlins sabe algunas cosas, pues no en vano quiere creerse que no es un zote como muchos de los que le rodean en ese ambiente desparramado por el que pululan sus huesos. Sabe, por ejemplo, que “para la culpa no pasa el tiempo”. Sabe sentir algo muy dentro, “algo oscuro como el jazz cuando te recuerda que la muerte aguarda”. Sabe que “un negro nunca será feliz si no acepta lo que es”. Y quiere saber “por qué volaban los jets y cuánto vivían los tiburones. Había montones de cosas que quería saber antes de morir”.

La serie de Rawlins. Más libros pendientes porque “habían ocurrido algunas cosas duras, pero la vida era dura aquel entonces y uno debía tomar lo malo junto con lo peor si quería sobrevivir.”


Ah, Easy no se llama Easy. Le llaman Easy. Se llama Ezekiel. Ezekiel Rawlins. Y sí, el demonio es una chica.

Y en el cine, Easy fue Denzel Washington.

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