Año 2024, se estrena una película española de algo menos de dos horas de duración cabal titulada Sal María. Es el tercer largometraje dirigido por la cineasta Mar Coll, autora de su guion junto a Valentina Viso (con quien ya escribiera años antes una magnífica serie de televisión que ella mismo dirigió: Matar al padre), basado en la segunda novela de la escritora en lengua vasca Katixa Agirre (titulada Amek ez dute y publicada en 2018, traducida por ella misma a mi idioma al año siguiente como Las madres no), un guion que merecerá el Premio Gaudí al Mejor guion adaptado.
Más premios, el de Mejor actriz revelación en los Goya y en los Gaudí para su protagonista, una extraordinariamente conmovedora Laura Weissmahr, muy bien acompaña por un espléndido Oriol Pla. La película se alzó además con el Premio Feroz a la Mejor Película dramática.
La música de Zeltia Montes es también
de una alta categoría.
La fotografía fue obra de Nilo Mur.
Este drama sobre la maternidad (“sobre
las tinieblas de la maternidad”, apuntaría Elsa Fernández-Santos en El País),
que es catalogado en ocasiones como un thriller psicológico, y quizás lo
sea, yo ya no sé, mereció destacadas críticas cinematográficas favorables, como
la de Luis Martínez, que escribió de ella (a la que calificó de “magistral”)
para El Mundo que era “el más bello, furioso e intenso sacrilegio del
año”.
Es Salve María, en suma, como dijera Carmen L. Lobo en La Razón, “excelente, inquietante, oscura, reivindicativa, desasosegante y profunda”.
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