Estuve a punto de escribir el poema, los versos donde rezar a la belleza,
las palabras someras como sus ojos;
rocé la certera estocada de unos
labios cuando me acerqué a su precipicio,
al huidizo silencio de todas las
ruinas, de las quimeras abrasadas y negras.
Estuve a punto de ser lo que no soy, un
poeta que escribe poemas,
pero no fui capaz del todo, se me
resistió algo:
el equilibrio imposible de tus
latidos en mi pecho despojado.
El equilibrio es imposible y vencer a lo imposible es sí la misión del amor.
Sin pena ni gloria.
Más luz contra la oscuridad, honra y
canciones para el fuego purificador.
A duras penas: ojalá los ríos de
Babilonia descendieran repletos de peces que silbaran.
Pero nos conformaremos una y otra vez
con la vida y su equilibrio.
¡Ay! pena, penita pena.
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