Guionista de 1941, una de las primeras películas dirigidas por Steven Spielberg (estrenada en 1979), y director de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988), La muerte os sienta tan bien (1992), Forrest Gump (1994) y Náufrago (2000) —por citar los largometrajes que he disfrutado sobremanera de cuantos se deben a su buen hacer cinematográfico—, el cineasta estadounidense Robert Zemeckis volvió a emocionarme y entretenerme muchos años más tarde, en 2025, con su largometraje del año anterior, Here. Cuarenta y seis años conmigo.
En Here, como en Forrest Gump,
los protagonistas son Robin Wright y Tom Hanks, ambos transformados a lo
largo del filme gracias no solamente al maquillaje sino también gracias
a una tecnología digital poco invasiva. Ambos espléndidos.
En tan solamente 104 intensos minutos, Zemeckis rueda magníficamente una historia que conmueve por ser tan simple como la del paso del tiempo sobre los espacios en los que vivimos los seres humanos. En los que vivimos. En los AQUÍS en los que somos, fuimos, seremos y dejamos de ser. En los que amamos, soñamos, sufrimos y morimos… Zemeckis escribe un guion extraordinario junto a Eric Roth que lo que hace es adaptar la novela gráfica de Richard McGuire Here, la cual comenzó siendo en 1989 un simple cómic de tan sólo seis páginas y acabó ampliándose veinticinco años después a un volumen de más de trescientas: un cómic, una novela gráfica que se desarrolla, como lo hará el largometraje de Zemeckis, en un mismo ámbito estricto que protagonizará la auténtica historia de cientos de miles de años (tranquilos, el grueso de lo que vemos transcurre en décadas de los siglos XX y XXI). Hay edición en español del cómic Here desde 2024, titulada Aquí.
La música de la película es obra de Alan
Silvestri y la exquisita fotografía de Don Burgess.
No acierto a saber por qué el crítico cinematográfico de El Mundo Luis Martínez pudo ver en Here “un experimento visual y formal tan aparatoso e hipnótico como finalmente fallido”. ¿Fallido? Claro que un colega suyo, Javier Ocaña en El País, consideró que “la idea del filme es magnífica, pero el resultado resulta por momentos una tortura”, y llega a manifestar que “el rejuvenecimiento digital por inteligencia artificial, discutible como tecnología, es realista solo a veces (...) y moralmente peligrosísimo para el cine”. Moralmente peligroso.
Ya digo, los expertos en opinar sobre
lo que vemos en las películas no vieron la fascinación que yo sí vi, y
consideran que, como le leo a Oti Rodríguez Marchante en ABC que a Here
“le falta, o quizá le falte, algo de riego al guion, para que la sorpresa y
la fascinación visual e intelectual de lo que narra no caiga en su progresión
en lo básico, en un ligero efecto de monotonía”. ¿Monotonía? Son varias
historias que avanzan hacia un punto determinado las que se nos cuentan con un
buen pulso narrativo.
Nando Salvá dejó dicho en El
Periódico, y con ello acabo ya esta muestra de los horrores que los
críticos exhibieron ante su estreno, que Here “resulta deslumbrante a
niveles conceptual y técnico, al menos hasta que su vacuidad, su monotonía y su
redundancia dejan de esconderse tras el dispositivo formal”.
Menos mal que no siempre uno lee
antes de ver las películas que sabe que le van a gustar las críticas de los especialistas.
Menos mal.
Aquí en este aquí que fue allí
y será dónde y será nada
y fue nada y fue dónde.
Aquí sin la muerte todavía,
sin la flecha que es la vida
o fue la vida o será la vida
o es la esperanza y es toda la muerte
y cada espera y cada morirse.
Aquí en este instante azul
de murmullo ensordecedor
sin un apenas ni un del todo.
En este aquí desde el que Tom Hanks
resiste la insurrección
con la paz tranquila del gesto
adecuado y la voz firme de la justicia.
Mientras Robin Wright sueña con ese
más allá que la vida
no termina de ocultarnos nunca
completamente. Aquí.
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