Disfruté mucho con la entrevista que me hizo a comienzos de 2025 José Manuel López Marañón para la revista Moon Magazine con motivo de mi reciente publicación de mi segundo libro de ficción: Carry that weight y otros cincuenta cuentos (musicales).
La licenciatura de José Luis Ibáñez Salas en Filosofía y Letras está especializada en Historia Moderna y Contemporánea. Fruto de estos estudios son los ensayos, publicados todos por Sílex ediciones, El franquismo (2013); La Transición (2015); ¿Qué eres, España? (2017), y La Historia: el relato del pasado (2020).
En varios y muy logrados relatos
(como «Triple a precio de doble»), Ibáñez Salas, ahora de forma literaria, se
acerca a las décadas de los 70 y 80 en España resaltando su música. ¿Sería
correcto deducir que la creación narrativa supone para usted complementar lo
anteriormente escrito sobre esa misma época en libros de Historia como La
Transición?
En absoluto,
cuando escribo narrativa soy muy consciente de que el lector me permite
establecerme en la ficción por mucho que yo trate de hacerle creer que lo que
cuento ocurrió de verdad. Porque, aunque así fuera, aunque ocurriera de verdad,
cuanto empleo no deja de ser mi memoria auxiliada por mi imaginación de
contador de historias, no mis conocimientos auxiliados por mi imaginación
entrenada para explicar el pasado. Lo
uno es ficción. Lo otro tiene toda la intención de ser verdad.
En cualquier caso, a la hora de
sentarse a contarnos cómo fueron en España las décadas de los 60, 70 y 80… ¿Se
siente más cómodo el autor, disfruta más, poniéndose el sombrero de historiador
o el de literato?
Siempre resulta más divertido imaginar sin trabas
que imaginar obligado por lo que las fuentes, seleccionadas prudentemente,
impiden tergiversar. Dicho lo cual, me siento comodísimo con ambos
sombreros.
Otro libro suyo, La música (pop) y nosotros (Sílex, 2021), aborda, también desde la
perspectiva del ensayo, «la dicha que es saber escuchar música». ¿Sería La
música (pop) y nosotros una antesala perfecta para mejor gozar con este Carry that weight y otros cincuenta cuentos
(musicales)?
Como escritor de
ambas te diría que sí, que aquel libro es una buena antesala para gozar de
éste. Sería una buena idea promocionarlos así. Si alguien los promocionara.
Uno de los cuentos que, dentro de un
altísimo nivel general, sobresale en Carry
that weight es «Madera de árbol». En él su narrador pone por encima una
buena canción sobre cualquier novela o poema.
Decir que por
duración e intensidad música y
literatura son creaciones artísticas diferentes resulta algo muy obvio.
Pero, ¿cómo insistiría usted a la
hora de dar a la música la prevalencia estética que le adjudica «Madera de
árbol»?
Muchísimas gracias
por eso del altísimo nivel general de los cuentos de Carry that weight... No
estoy acostumbrado a los elogios sobre lo que escribo. En realidad, no
estoy acostumbrado a los elogios. Y mira que me gustan... En cuanto a lo que
preguntas: sobre la música he escrito muchísimo, también poemas. En alguno digo
algo así como que sin la música (el impulso que mueve el Universo) no hay nada.
En otros que es el sonido de mi alma. Que nada supera su poder electrizante,
excepto el goce del amor. Y que nada más que el amor a la música vence a la
música. Mantengo en ellos incluso que el
lenguaje es un sucedáneo demasiado pobre de la música. Capaz de pararle el
corazón a una polilla. La música cubre a las palabras con esa limpia alma que
los poemas no alcanzan.
El poso que deja su amor a la música
por una parte, y, por otra, rememorar experiencias gozadas o padecidas durante
su infancia y adolescencia (proyectándose en un futuro que es ya presente),
vertebran este primer libro de cuentos. Explicaba Marcel Proust cómo la memoria
voluntaria suele carecer de valor como instrumento de evocación, cómo casi
siempre proporciona una imagen alejada de la realidad… Él prefería la memoria
involuntaria, que es explosiva y genera la inmediata, deliciosa y total
deflagración del recuerdo. Por ejemplo, el impacto de una canción querida pero
hace tiempo olvidada, escuchada al entrar en un bar o por casualidad en un
programa de radio, ¿puede generar un relato más intenso que otro producto del
esfuerzo de acordarse de colegios, calles y locales, o incluso de los amigos
tratados durante aquella época en que esa canción sonaba?
El
poder evocador de la música es el más fuerte que hay. No
es el único, por supuesto. A veces hasta existe el mero poder evocador de la
obligación. Cuando escribimos tras decirnos a nosotros mismos: voy a escribir
sobre esto y para eso tengo que imaginarme recordándolo. En cuanto a la palabra nostalgia, lo que de verdad pretendo es que ninguno de mis
libros pueda hacer creer que lo que me mueve a escribirlos es eso, la
nostalgia.
Por Carry that weight y otros cincuenta cuentos (musicales) aparecen de forma recurrente los Beatles, los Stones, David Bowie, Bob Dylan o Bruce Springsteen. También grupos españoles conocidos y de calidad como Los Secretos, Nacha Pop, o menos famosos como Mamá. O incluso, para nosotros, desconocidos del todo como ese grupo de la Movida que usted nos descubre escribiendo maravillas sobre él: Los Renacidos. Usted escribe sobre la música de esos años que le dejó huella, sobre sus filias. Pero echamos de menos algunas fobias a intérpretes y grupos que, en alguien tan enganchado a los discos como es usted, obligatoriamente deben existir. ¿Podría citarnos alguna piedra en el camino de la evolución de su gusto musical?
Ahora que no nos
oye nadie... Los Renacidos no existieron nunca, entre usted y yo. Ve, ese es el
problema de la ficción cuando trata de hacerse pasar por la realidad. Que es
mentira. Respondo a la pregunta: grupos o artistas musicales que nunca me
gustaron los hay a porrillo, pero prefiero no malgastar ni mi tiempo ni el de
quien me lee en decir una sola palabra sobre ellos. Lo que debe haber son pocos
que me gustaran y dejaran de gustarme con el tiempo hasta estar cerca de
aborrecerlos. Digo cerca porque no
aborrezco a ningún artista. Bastante tienen con lo suyo.
¿Cuál sería su acreditado diagnóstico
sobre la música actual y que intérpretes y grupos puede salvar para los
lectores de MOON MAGAZINE?
Mi acreditado
diagnóstico es algo sobre lo que opino continuamente: no hay nada peor que
escuchar a quienes dicen aquello de que yanosehacemúsicacomoladeantes, y en
realidad se refieren a cuando ellos y ellas escuchaban la música que se hacía
entonces, aunque ahora no la siguen, no la prestan verdadera atención. En mi
blog-revista Insurrección hago al
principio de cada año un repaso exhaustivo a lo que más me gustó del año
anterior. También, cómo no, de los discos que más disfruté. Algunos de esos
artistas musicales que los grabaron son, por decir alguno lo suficientemente
magnífico, Nick Cave, The Last Dinner
Party, Gruff Rhys, Bill Ryder-Jones, Ed Harcourt, Norah Jones, Fantastic
Negrito, The Vaccines, Ryan Adams, The Black Keys, Tom Odell, Nathaniel
Rateliff & The Night Sweats, Orville Peck, Max Richter, Jon Batiste,
Nudozurdo, Nat Simons, Luis Prado, Jairo Martín, Alondra Bentley, Maika
Makovski...
No hemos leído aún su única novela, Serás
mi tumba (Sílex, 2022). Por su sinopsis, una narración sobre los maquis
en Cantabria, deducimos que en esta ocasión la música no tendrá un especial
protagonismo en ella. Para terminar, ¿qué papel da José Luis Salas Ibáñez a Serás mi tumba dentro del conjunto de su
obra?
Los maquis cantan Rasca-yú allí en sus montañas refugio. Y
alguna cosilla más. Algo de música sí que hay en Serás mi tumba, de la que lo que puedo resaltar es que es mi
primera novela, fue mi primera incursión en la publicación de narrativa y la culminación de un largo sueño que
pasó demasiado tiempo encerrado en mi ordenador. Gracias por esta maravillosa conversación tan bien conducida por
usted. Gracias.
Esta entrevista está incluida en la reseña que José Manuel López Marañón hizo de mi libro Carry that weight y otros cincuenta cuentos (musicales) para Moon Magazine, publicada el 20 de febrero de 2015, que puedes leer completa EN ESTE ENLACE.
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