Quién no ha escuchado alguna vez esa tonada que dice en uno de sus versos eso de Si Adelita se fuera con otro tan sandunguero. Pregunto.
La canción en cuestión se llama en realidad La Adelita, aunque es más conocida como Adelita, sin La.
Vamos por partes. Una adelita (la de la canción lo era, y además la llamaban así, por antonomasia: La Adelita) era una soldadera de las que formaron parte de los grupos revolucionarios combatientes durante la Revolución Mexicana. Una soldadera podía ser una soldado, pero habitualmente, fueron sobre todo enfermeras, también cocineras o ayudantes. La Adelita que dio nombre a las adelitas de aquellos largos años de guerra civil en México fue Adela Velarde Pérez, quien en plena Revolución Mexicana, en el año 1914 (con apenas 14 años de edad), atendió a un soldado herido de la División del Norte encabezada por Pancho Villa, Antonio Gil del Río Armenta, quien se suele contar que acabó componiendo para ella aquella canción de marcha que solemos tener a día de hoy por un corrido, algo tan propio de aquellos tiempos revolucionarios y guerreros.
No quiero hacer un chiste, pero lo
hago. La canción se extendió como la pólvora entre los grupos revolucionarios y
hay ya versiones registradas en aquellas grabaciones de la época, algunas tan
antiguas como la que grabara el 22 de diciembre de 1919 el Trío González para
la Victor Talking Machine Company, compuesto por el tenor Alcides Briceño, el
barítono Francisco Aguirre del Pino y el guitarrista y líder Guillermo J.
González.
El 19 de noviembre de 2023, el
escritor y periodista mexicano Omar Barrientos Nieto escribió en el diario
española El País un artículo titulado
‘Mujeres a las armas: las adelitas y su papel en la Revolución mexicana’, que aclara un poco el asunto. Allí se nos
contaba que...
“El origen de la
canción, al igual que el propio movimiento revolucionario, está rodeado de
mitos. Por un lado se dice que el villista Antonio Gil del Río Armenta fue
quien compuso el tema. El sargento Alfredo Villegas, con quien Adela Velarde se
casó años más tarde, aseguró en una entrevista que él fue el autor. En el libro
Las Fuerzas Armadas en la Revolución
Mexicana [publicado en 2013 por la Secretaría de la Defensa Nacional de la
República de México] se atribuye la composición al capitán Elías Cortázar
Ramírez. Lo cierto es que las adelitas,
más allá de quedar representadas en una canción, fueron todas aquellas mujeres
que lucharon durante la Revolución desde distintos frentes.”
Hay otras versiones del origen de la
canción, pero (casi) todas tienen como protagonista a Adela Velarde. De hecho,
sin ir más lejos, en el citado libro Las
Fuerzas Armadas en la Revolución Mexicana se puede leer lo siguiente:
“La
palabra adelitas hace referencia a la
canción del mismo nombre que difundió la División del Norte entre 1914 y 1915.
Existen diversas versiones sobre su origen a saber: que la escribió el joven
capitán Elías Cortázar Ramírez; que es anterior a 1910 y su compositor fue
Ángel Viderique; que surgió cuando la toma de ciudad de Camargo en abril de
1913; que es una canción anónima que el general Domingo Arrieta y sus tropas
escucharon en el estado de Sinaloa; otra versión es que el mismo general
Arrieta le encomendó a un maestro de su banda militar, Julián S. Reyes, que la
escribiera e instrumentara; que el título de Adelita hace referencia a la enfermera Adela Velarde Pérez, quien
ingresó a la revolución en la División del Norte del Ejército
Constitucionalista, posteriormente se incorporó al Cuerpo de Ejército del
Noreste. Fue reconocida como Veterana de la Revolución por la Secretaría de la
Defensa Nacional. Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional,
México, Fondo Veteranos de la Revolución (Bóveda), Expediente personal: Adela
Velarde Pérez, XI/112/15, 8 fjs.”
Son muchos los artistas que han
interpretado La Adelita, muchos los
que la han grabado. No sólo mexicanos (Los Panchos, sin ir más lejos, o Cuco
Sánchez, o Ana María González y tantos y tantas otras, bastantes mariachis,
faltaría más), o de habla hispana (en 1982 la costarricense Amparo Ochoa, el
paraguayo Luis Alberto del Paraná, que lo hizo diez años antes, el dúo español
Baccara, que se atrevió a cantarla en 1978 y Carmen Sevilla, que lo hizo once
años antes, o La Cabra Mecánica, que la versionaron en un disco de 2005
titulado Que te vaya bonito, un tributo a
México, donde otros veinte artistas españoles cantaban canciones
significativas de aquel país), también estadounidenses, como The Kingston Trio
(que en 1960 la grabaron titulándola Farewell
Adelita, incluida en su elepé Sold
out) o Nat King Cole.
En 1958, el cantante de jazz Nat King
Cole, que había comenzado su carrera 23 años antes y que desde 1943 disfrutaba
de un éxito descomunal en su país, grabó en La Habana y México un álbum
discográfico cantando en español, titulado Cole
español (primero de sus tres elepés cantados en mi idioma: los otros dos serían
A mis amigos, de 1959, y More Cole español, de 1962), junto a la
orquesta de Armando Romeu Jr. (un insigne músico y arreglista de jazz). Un
conjunto de mariachis tocaba en un par de canciones, mexicanas, claro, de Cole español: una era la popular Las mañanitas, la otra... Ambas habían
sido arregladas para el disco por Jack Harris y Kirk Patrick.
Nat King Cole la cantaba (en un disco, se entiende, podía ser alguno de los singles donde se acompañaba en la otra cara por Las mañanitas) mientras los militares argentinos torturaban durante los comienzos de la dictadura argentina en la ESMA (la Escuela de Mecánica de la Armada argentina), pongamos en el año 1977. Según cuenta en el libro La llamada (de Leila Guerriero) alguien que estuvo allí —en aquel centro clandestino de detención boanerense— secuestrada, detenida, Silvia Labayru, sonaba de tal forma que “se escuchaban los alaridos y la música, todo junto”. Labayru llama a la canción como casi todos la llamamos: Si Adelita se fuera con otro, que en realidad es uno de los versos de su letra, el primero en su versión más reducida, la más conocida.
¿Quién le iba a decir a Adela Velarde Pérez que su fulgor revolucionario iba a servir para inspirar la dignidad combativa de los oprimidos y también para que pocas décadas después, todo en aquel siglo XX (cambalache, problemático y feliz), los opresores desquiciaran aún más lo poco que quedaba de la dignidad combativa de otros defensores de los menesterosos? Todo para que el argentino Enrique Santos Discépolo tuviera razón cuando ideó (en 1934: a medio camino de la Revolución Mexicana y la represión dictatorial argentina de la segunda mitad de los 70) aquella joya mundial que es su tango Cambalache: que ya nos advertía de que “el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente (y) ya no hay quien lo niegue”.
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