El encargado, dos veces sublime
La segunda temporada de la extraordinaria serie argentina de televisión El encargado vuelve a ser una obra de arte, una comedia perfecta, equilibrada, dirigida con un ritmo compensado, muy bien escrita, magníficamente puesta en escena e interpretada de forma sublime, exacta, medida, divertida e inquietante. Con Eliseo se sigue sin poder joder. (Hablamos argentino, que conste, pues, como dice el protagonista de la serie, Con Eliseo no se jode, nadie puede con él).
Es tan impresionante el manipulador y retorcido personaje de Eliseo, el encargado de un edificio de pisos bonaerense que puede con todo desde su destreza social imbatible y su amargamente rastrera y egoísta actitud de inteligente lobo con aspecto humano, demasiado humano, lo es, digo, que, cada capítulo de media hora de esta nueva entrega de siete episodios es, nuevamente, de una perfección cinematográfica, no solamente formal, sobrecogedora.
Morbosidad satírica y misantrópica, mezquindades a
ritmo de comedia pero también de thriller algo siniestro. El
encargado se recarga y nos hace pensar en más temporadas.
La segunda entrega de la serie de Mariano Cohn y
Gastón Duprat es, como ya escribí de la primera, maravillosamente divertida y enternecedoramente preocupante.
Cohn y Duprat escriben los magníficos guiones de los
siete episodios junto a Emanuel Diez, y los tres dirigen algunos de ellos, en
tanto que los otros son dirigidos por Jerónimo Carranza y Diego Bliffeld. El
actor Guillermo Francella, que sigue deslumbrando con una interpretación
de Eliseo estelar, casi hipnótica, vuelve a estar acompañado por un excelso
Gabriel Goity, además del brillante Gastón Cocchiarale o el sorprendente Martín
Slipak y los geniales Manuel Vicente y Darío Barassi. La inquietante música de Ignacio
Gabriel y Alejandro Kauderer redondean este producto magistral junto a la fotografía
de Marcelo Pont Vergés.
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