La octava novela de la escritora estadounidense Sigrid Nunez, titulada originalmente The friend, y traducida espléndidamente al español por Mercedes Cebrián en 2019, un año después de su aparición en inglés, como El amigo, es un libro metaliterario (la literatura que habla sobre sí misma… como si un ensayo no fuera el mejor sitio para ello) que se abre con tres citas, y esta de Nicholson Baker es la más definitoria de su trasunto:
“La pregunta
que cualquier novela está tratando realmente de responder es si merece la pena
vivir la vida”.
El amigo no nos aclara mucho esa diatriba… aunque sí algunas
de cierto calado.
“Las buenas frases comienzan
con un latido”.
¿Lo has escuchado, el latido? Continúo.
Otra pregunta: ¿escribir consuela? Esta la planteo tras leerla en la
¿novela? de Nunez:
“No puedes
esperar consolarte de tu dolor escribiendo, advierte Natalia Ginzburg. Recurramos
entonces a Isak Dinesen, que creía que cualquier pena se podía hacer soportable
metiéndola en un relato o contando una historia sobre ella”.
“Cuando todo el mundo es escritor, nadie lo es”. Demasiada metaliteratura
para una novela, ¿no?
“Ninguna escritura se
desaprovecha”.
Y así muchas de sus páginas. Páginas brillantes, quiero que conste.
Está la novela de Nunez repleta de lúcidas citas de otros autores, como
esta de Simone Weil sobre el mal:
“El mal
imaginario es romántico y variado. El mal real es sombrío, monótono, árido,
aburrido”.
Es un libro, sí, cuya lectura permite un aprendizaje sobre todos los
asuntos que le conciernen a la escritura, a lo literario. Es indudable.
“Desde la primera vez que supe que habías muerto”… La narradora protagonista le habla a su amigo fallecido especialmente sobre él, sobre su relación, pero también sobre cualquier cosa, especialmente de lo que quiera que sea leer y escribir (“es curioso cómo el acto de escribir lleva a la confesión: también lleva a mentir como un poseso”). Escribir. La literatura.
“Te echo de menos. Te echo
mucho de menos. Te echo de menos a diario”.
Una de las alumnas de la protagonista escribe en una ocasión una memorable reflexión
sobre la memoria, sobre el daño que inflige, porque es esta una ¿novela? sobre
el recuerdo, también:
“Se me había olvidado lo doloroso que es recordar”.
Recuerdos. Suicidio. Mascotas. Flâneurismo en estado puro… ¿He dicho
mascotas? No. Perros: el gran danés que la protagonista hereda del suicidado
con quien habla (a quien escribe) a menudo en esta novela será probablemente
el personaje esencial del libro para muchos de sus lectores.
“Así que hice lo que una hace cuando es escritora y está obsesionada con algo: lo transformas en una historia que esperas que sirva para hacerlo reposar o al menos para ayudarte a entender lo que significa. Aunque por experiencia sepamos que eso nunca funciona en realidad”.
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