Los superhéroes de Pixar regresan a nuestras vidas
Los Increíbles 2 nada en este flujo feminista incontenible que nos envuelve y
lo hace por medio de una fabulosa diversión infantil y adulta. Nos muestra a
Mister Increíble como el verdadero Hombre Blandengue faryniano y empodera
tantísimo a ese espíritu invencible de estos tiempos que es la mujer que la
convierte tanto en la supervillana como en la superheroína (a través de sendas
individuas que son mujeres para cada categoría mayestática, claro). ¿Es una película feminista? Seguramente
no. Sigo.
Te ríes, y mucho. Resistes la trepidación sin desear que se
amansen las escenas. Te crees firmemente que los superhéroes existen y estás
incluso a punto de considerarles necesarios, aunque sabes que el mensaje último
de esta película es que la ley nunca es suficiente, de manera que por un
instante te crees un soberanista semisupremacista catalanoide de los que dan
lecciones de democracia desde el nacionalismo excluyente y el desprecio a las
mayorías más severo. Al final, siempre sale Cataluña. ¡Qué cansancio! Y en una de Pixar. No sé si me he explicado.
(Es un hablar por hablar, un pour parler
de esos; la peli es estadounidense, y donde viven los estadounidenses sólo
conocen a tres catalanes, Gaudí, Dalí y Messi).
Brad Bird,
que ya dirigió la primera parte de esta brillante película de superhéroes animados y la fantástica (en cuanto a su
calidad, también y por encima de su fantasía ilusionante) El gigante de hierro, hizo en 2018 otro milagro: crear con Los Increíbles 2 un artilugio tremendamente
divertido a base de la mayor mentira que uno puede imaginar, la de convencernos
de que un bebé puede salvar el mundo. Algo que por cierto forma parte de las
creencias de la humanidad desde que la humanidad echó a andar por una sabana
africana.
Lo más carcajeante de la peli: el bebé. Ya me contarás.
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