Mis dieciséis años en Santillana

Hace algún tiempo me paré a pensar en este oficio mío de editor y se me ocurrió escribir que ser editor es ejercer un oficio que permite poner en contacto sensibilidades, provocar emociones y satisfacer necesidades, es sentir de cerca la voz del pasado y transmitírsela al porvenir, es aunar memoria y deseo. Sí, ese tipo de bobadas resultonas que le hacen creer a uno que lo que hace es algo sublime.


Prefiero aquella otra ocasión en que mis reflexiones fueron fruto del recuerdo: cuando se posó en mi memoria la vez que a mi hija María, siendo una niña pequeña, le pidieron en el colegio que explicara en qué consistía el trabajo de su padre. María dijo:

 

“Mi papá hace libros”.

 

En efecto. Un editor HACE libros. No los confecciona ni los elabora ni los escribe ni los corrige ni los diagrama ni los encuaderna ni los imprime ni los lleva a ningún sitio ni los vende ni los ilustra… Un editor inventa libros, los comunica y los adhiere a su alma. Un editor HACE LIBROS.

El caso es que yo he editado libros de texto, sobre todo de texto. Libros para que los alumnos sean alumnos y los profesores que necesitan libros de texto sean profesores que usan libros de texto. Y la mayor tiempo en que yo edité esos libros para que alumnos y profesores pudieran hacer esas cosas que ellos hacen y que llamamos enseñanza-aprendizaje lo hice en la editorial de material didáctico más prestigiosa y con mayor éxito comercial de la historia editorial española: Santillana.

Allí permanecí dieciséis años. No voy a decir que fue un placer, porque no lo fue, pero sí un honor y también algo hermoso y edificante.


Como ya escribí en otro momento, cuando lo era, editor de libros de texto, digo, me resulta difícil explicar que mi trabajo era útil, emocionante y sincero. Aquel oficio ayuda a mejorar a las personas. Ayuda a mejorar ciudadanos. Porque los editores de materiales didácticos (yo lo fui) son una parte esencial del sistema educativo, ese proceso por medio del cual las sociedades civilizadas logran mejorar a los ciudadanos que las componen.

Me siento muy orgulloso de todo aquello y sobre todo de haber trabajado rodeado de extraordinarios profesionales y maravillosas compañeras y compañeros.

Todo aquello ha acabado un poco antes de lo que tenía previsto. Aunque hoy que escribo esto soy consciente de que ha acabado justo a tiempo. En el momento preciso.

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