Pobres criaturas es un pasote exuberante provocador
Pobres criaturas es el séptimo largometraje dirigido por el cineasta griego Yorgos Lanthimos (titulado originalmente Poor things, es una coproducción britano-irlandesa-estadounidense), estrenado en 2023 y de una, para mí, duración excesiva que se acerca a las dos horas y media.
El guion es una adaptación a cargo de Tony McNamara de la novela de 1992 del escritor británico Alasdair Gray titulada Poor things: episodes from the early life of Archibald Mccandless m.d., scottish public health officer, la música es obra de Jerskin Fendrix y la excelente fotografía de Robbie Ryan.
En Pobres criaturas, además del potente diseño de producción y la
elaboradísima escenografía de carácter fantástico y cercano a lo real al mismo
tiempo (lo real de finales del siglo XIX), destaca, pero en este caso por
encima de todo, la extraordinaria interpretación de la protagonista, una impecable
Emma Stone (ganadora del Óscar a la Mejor actriz principal y elogiada por
prácticamente toda la crítica cinematográfica), acompañada (ir)regularmente por
Mark Ruffalo, Willem Dafoe y Ramy Youssef, entre otros y otras.
¿Es una comedia, es un drama, es un drama que cae en la comedia, una comedia con tintes dramáticos? No me quedó claro, aunque a muchísima gente sí. El caso es que para FilmAffinity dio en ser la cuarta mejor película de aquel año 23.
Una exuberante apología y desafiante vindicación feminista, composición
sublime de Stone, salvajemente libre (lo leo dos veces, una sobre ella y otra
sobre el filme), una película radical y divertida a partes iguales, creativa y
precisa, subversiva, de un barroquismo abracadabrante… Todo eso escriben los
que saben y se dedican a eso, a hacérnoslo saber. Yo, en mi simpleza, lo que vi
fue una película larga y confusa, con pretensiones estéticas e intelectuales
sublimes que fui incapaz de disfrutar. Por mi culpa, claro.
Mareo visual, inútil pasote: ¿adivina
quién dijo eso de Pobres criaturas?
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