La guerra, la música y nosotros

Ser la morsa, brillar con diamantes en el cielo (o en el cielo con diamantes, como gustes), antes de ser ella, la que se va de casa, igual que la chica de la canción de Serrat (sí, qué va ser de ti), la que se va de casa dejando a la adorada Rita con la lengua fuera mirándola, esperando su regreso, regresa, parece decirla, regresa antes de irte, cuando tengas 64 años yo ya estaré muerta, ayer lo dejaste así, ahora eres alguien de ningún lugar, pero con la pequeña ayuda de tus amigos no necesitarás salir por la ventana del baño porque, Michelle, el loco de la colina aquella, sí, el tal Maxwell, el del martillo de plata y los sueños dorados, podrá solucionarlo, cargará con todo ese peso en un mágico viaje lleno de misterios, y, si no, recurramos a Polietileno Pam, el Rey Sol, le diremos oye, Jude (sé que no se llama así), tras el largo y tortuoso recorrido solamente podremos mejorar, con ayuda, socórrenos, ayúdanos, hazlo por una vez en la vida, como si todo lo que quedara por delante no fuera más que un campo de fresas en aquella Almería a la que fuimos juntos, volvamos juntos, vamos juntos, aunque nunca me des tu dinero, no importa. FIN

(Algún día explicaré todo esto. Incluso el título)

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