La matanza en Atocha durante la semana trágica de la Transición
Aquel enero del año 1977 no sólo fue el de la promulgación tras el refrendo popular de la joya de la Corona de los reformistas, fue, además, el mes con la más sangrienta de las semanas que transcurrirían durante toda la Transición.
De entre
los sucesos acontecidos en aquellos días de enero (periodo llamado por algunos
la semana trágica de la Transición),
la culminación fue la matanza de varios abogados laboralistas el día 24, en la
madrileña calle de Atocha, a manos de pistoleros ultraderechistas, sangrientos
defensores del búnker cada vez más derrotado. De la virulencia de la situación
y del perfil de navaja por el que se deslizó el proceso que caminaba hacia la
democracia dan idea dos situaciones, de un lado el hecho de que la totalidad de
los diarios, incluido uno de los voceros del búnker, El Alcázar, acordaran publicar el día 29 de enero un editorial
conjunto, común, que llevó como título “Por la unidad de todos”; y de otro que
entre el día 28 de enero y el 31 de marzo de ese mismo año un real-decreto de aquella
fecha prorrogado un mes más tarde dispuso la suspensión (“respecto de aquellas
personas sobre las que recaiga la sospecha fundada de colaborar a la
realización o preparación de actos terroristas”) en todo el territorio nacional
de la vigencia de los artículos quince y dieciocho del Fuero de los Españoles
todavía en vigor, esto es, de aquellos artículos que obligaban a contar con un
mandato judicial para entrar en un domicilio y que ponían en 72 horas el límite
de detención, agotadas las cuales el arrestado debería de ser liberado o ser
entregado a la autoridad judicial.
[…]
No quiero que parezca que, hasta ahora, todo cuanto ocurre únicamente ocurre porque unas cuantas personalidades, bien de aquellos para los que del pasado franquista en que se formaron nada quieren saber o bien de aquellos otros que llevan soñando con enterrar al franquismo desde mucho antes de que Franco fuera el anciano que fue durante tantos años, no quiero que parezca que todo tiene lugar porque unas cuantas personalidades, digo, pactaron, negociaron, asintieron o se negaron en aquellos meses decisivos de entre el año 75 y este del 77 en que llegado junio los españoles elegían a sus representantes, a quienes van a dirigirles hacia los países de Occidente donde muchos creían que deberían de estar, un Occidente tan próximo y tan bien representado en una Europa occidental unida y tan diferente a la Europa dividida y alterada por el ascenso de los totalitarismos de los años de la Segunda República.
Y no, en estos años, en estas semanas largas y difíciles pero esperanzadoras, la sociedad civil de la que ya hemos hablado varias veces estaba siempre ahí, deseando que fuera interpretada por los actores políticos protagonistas del proceso de cambio, de transformación, de transición. Porque la cultura política de los movimientos sociales que se manifestaron por doquier durante la Transición (obreros vinculados o no a los sindicatos, estudiantes universitarios, profesionales de toda laya, vecinos agrupados en dinámicas y concienciadas organizaciones, feministas…) deseaba lo que Pérez Ledesma anudó en la certera expresión “libertad sin riesgos”. La cultura política de aquellos movimientos perseguía “derechos y participación”. De hecho, por eso “la desmovilización que puso fin al ciclo de protesta sólo puede entenderse como la vuelta a la normalidad, una vez alcanzados dichos objetivos”. Estoy con Pérez Ledesma cuando afina diciendo que “los rituales funerarios” (manifestados en el conmovedor entierro de los asesinados abogados de Atocha a comienzos del 77, o en el de los muertos a manos de las fuerzas de orden público en Vitoria en el año anterior) de aquellos movimientos sociales y la ausencia en éstos de acciones violentas pusieron de manifiesto que, tal y como recogió el propio Carrillo, “nuestro pueblo está por el mantenimiento de un orden para alcanzar la democracia”. Ese era el objetivo, la democracia.
1977
24 de enero: En la madrileña calle de
Atocha, se produce la matanza de varios abogados laboralistas a manos de
pistoleros ultraderechistas.
26 de enero: Tiene lugar en Madrid el
conmovedor entierro de los asesinados abogados de Atocha, lo que sirve como
demostración ante toda la opinión pública española de la actitud integradora de
los militantes comunistas.
Este texto, una
adaptación de algunos pasajes de mi libro La Transición (Sílex
ediciones, 2015), pertenece a mi artículo ‘Madrid. Atocha, 24 de enero de
1977’, publicado el 24 de enero de 2017 en Moon Magazine, que
puedes leer completo EN
ESTE ENLACE.
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