Ojalá nadie te hubiera matado ya tantas veces
Decía Ramón Gómez de la Serna que cuando anunciaban por un altavoz
que se había perdido un niño, siempre pensaba que ese niño era él.
Ayer sentí durante un breve instante, todo el que me permito cuando lo que ocurre no ocurre en mi entorno más próximo, que ese niño asesinado que iba en un maletero como si fuera el cadáver de una película de gánsteres, de esas que tanta gracia nos hacen a los cinéfilos (esos enfermos), era todos los niños.
Desde que soy padre no soy capaz de seguir las noticias que tienen
que ver con el sufrimiento de niños, con sus desapariciones, secuestros,
asesinatos.
Ayer sentí durante un breve instante, todo el que me permito cuando lo que ocurre no ocurre en mi entorno más próximo, que ese niño asesinado que iba en un maletero como si fuera el cadáver de una película de gánsteres, de esas que tanta gracia nos hacen a los cinéfilos (esos enfermos), era todos los niños.
Duró esa sensación fantasmal ya digo un momento inquietante que ya
he olvidado. De hecho es más que probable que ni tan siquiera haya tenido
lugar.
Porque cuanto ocurre en ese averno que es la cara b del mundo quiere
ser eterno, siempre. Pero yo intento no permitírmelo. No permitírselo. Descansa
en paz, niño llamado Gabriel. Ojalá nadie te hubiera matado ya tantas veces.
Este padre sintió exactamente lo mismo. Y me refugie en La noche del cazador y deseé que Lilian Gish aún viviera...
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