Microrrelatos musicales (primera entrega)

suenan Led Zeppelin y él se ve a sí mismo sin nostalgia en los días en que la vida era algo a su medida

 

una nave a la deriva es lo que realmente sale de las notas de la canción de Neil Young que escucha embobado mientras le da un masaje en los pies provocador de oleadas de brazos en torno suyo

 

danza en medio de las ruinas de la biblioteca, herida, con su vestido azul eléctrica emoción mostrándola como la sensata verdad que aún es


 

una llamada telefónica, esperas una llamada telefónica y el móvil suena, reproduce la sintonía programada, a The Jam cantando Going underground, y su nombre aparece nítido en tu pantalla deslumbrante, descuelgas, no es su voz, es la de él que te recuerda que no la vuelvas a llamar nunca, que no te lo volverá a repetir… Nunca

 

 

la sala donde bailas está ya a media luz y tu chico no se acerca pero tu prosigues la danza con la copa en la mano y los zapatos doloriéndote el alma que es suya sin saber por qué has tenido que dejarte saquear el corazón por semejante energúmeno tan apuesto y tan galante y tan rico y tan

 

¿quieres bailar conmigo?, la interroga seguro de que le va a contestar que no, que lo que quiere es que la lleve a donde sea, hacia el resto de sus vidas

 

 

¿has visto alguna vez la lluvia y si la has visto sabes quién la detendrá, John?


me despierto con Janis en las venas después de un largo sueño revelador

 

por aquel entonces yo estudiaba en Cantoblanco, y tenía el mejor despertador del mundo, mi padre. Él se encargaba de tocarme el pie, sí, qué cosas, y decirme es la hora o levántate, algo así. Salvo ese día, hoy hace... hagan cuentas. Sí recuerdo con precisión lo que dijo esa mañana. Esa mañana mi padre me despertó diciéndome cuando aún estaba soñando los sueños que se sueñan cuando uno tiene diecisiete años han matado a John Lennon

 

escuchar ese blues a esas horas de la noche madrileña, ese blues salido del fondo de África, desde lo más profundo del pasado de los seres humanos, es escuchar el susurro de la estirpe, es encontrarse cara a cara con las cuevas donde se tejió el futuro y en las que nació la Historia

 

My Bloody Valentine parecen llorar cuando la canción comienza y sí, están llorando, la banda llora pero no importa, él no puede escucharla ya

 

aquella canción no llevaba cosido ningún recuerdo, estaba hecha con la música de las esferas como si únicamente pudiera uno en ella arrinconar los deseos

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