Suances jamás salió de Cuca

Ayer no sabía dónde estaba. No, sí lo sabía, sabía que paseaba por Suances, saludaba a sus amigas muertas, escuchaba el silencio del mar apaciguado allá abajo, en la Ribera y en La Concha, como en otro planeta amable, un astro continuo.

Ayer ella se dolía de su oscuridad, se sabía perdida en ella misma, en lo que la naturaleza le niega y la vida se empeña en encender a su alrededor, confusamente, como si en el futuro hubiesen quedado colgados los días en que ella sabía dónde estaba, los días de las patatas a la importancia.

[como dice mi hermano Richard: “Mami salió de Suances, pero Suances jamás salió de ella”.]  

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