Microrrelatos musicales (quinta entrega)

iba a escribir algo sobre Hendrix pero se quedó electrizado escuchando su guitarra de vendaval


 

Lennon lee Continuidad de los parques mientras Cortázar escucha You've Got To Hide Your Love Away

 

Ryan Adams canta en la noche que es mi habitación con su guitarra y sus (pocas) ganas de alegrarme

 

viaja, recorre el mundo, los ojos bien abiertos, atento a las músicas y a los olores y a las piedras y los árboles, y se emociona de verdad cuando la ve a ella, cantando en una televisión las canciones de su infancia, de la suya, la del viajero que únicamente huye

 

aplaude el público que ha acudido a disfrutar de las canciones de Víctor Jara ese día 10 de septiembre ignorante de lo que significa que al día siguiente sea día 11

 

¿te acuerdas María cuando te cantaba Nino Bravo con todo su tiempo?

 

agárrate fuerte a mí María que escucho a Enrique y se me pone la piel de gallina

 

he escuchado aquella canción como si fuera la primera vez que la escuchaba y me he acordado perfectamente de que la primera vez que la escuché llevaba unos pantalones caquis y unas zapatillas de deporte naranjas, pero eso sí, de la camisa, de la camiseta o del niqui que llevaba nada, que no me acuerdo

 

María la Portuguesa no era de Portugal

 

a la deriva estoy sin que nadie pueda manejar mi barca, ay, quién pudiera

 

ruge Tom Jones como si todavía fuera Tom Jones

 

caetaneando por la tarde antes de cenar algo y dormirme

 

iba a escribir un cuento de estos tan cortos en el que salían Los Jam pero acabo de ver en Facebook que ya tenía uno escrito

 

no se daba cuenta de que quien cantaba era David Byrne porque le tapaba un señor muy alto que estaba delante en aquella plaza de Lisboa abarrotada

 

corro hacia ningún sitio porque me lo han dicho Talking Heads ayer


¡qué guapos sois, joder! les piropea emocionado Miguel Ríos cuando su gente le está despidiendo cantando Vuelvo a Granada

 

les escuchan cantar Revolution en sus celdas, todos, ellos que la tocan y ellos que la oyen

 

vamos por ancho camino, cantaba el bardo cuando aún la vida podía acabar siendo lo que su sonrisa iluminaba

 

el piano iba a sonar, ha estado a punto de hacerlo, pero las teclas no se han dado ni cuenta

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