Don’t you want me: The Human League abriendo la caja de los truenos


Vayamos a 1980, o así. A Gran Bretaña. Y ahora, a la Biblia de la historia del pop moderno que escribiera el crítico musical y músico británico Bob Stanley

 

“El new pop era anti rock y averso al aplauso facilón de la crítica: los símbolos de rebeldía (no de la verdadera rebeldía propiamente dicha) se miraban con malos ojos. El new pop tomó la autonomía y la urgencia del punk y las maridó con los valores que el post-punk había desdeñado: la ostentación, el dinero, el efectismo, el éxito en las listas, la imagen espectacular”.

 

Pese a que Dave Rimmer, crítico de la revista musical británica Smash Hits, afirmara que “con el new pop era como si el punk nunca hubiera existido”, en realidad quienes hacían esa música (Adam Ant, ABC, Scritti Politti, Marc Almond, The Teardrop Explodes, The Human League…) eran, según podemos leerle a Stanley, “tan deudores de la exuberante independencia del punk como del hedonismo y la melosidad afeminada de la música disco”.

Lo que hizo el new pop (un término que ya casi nadie usa) fue relegar al rock a un segundo plano. Bueno, eso es lo que intentaba. Y lograba en sí mismo. Era antirock, “tenía aversión al aplauso facilón de la crítica y miraba con malos ojos a los símbolos de rebeldía, aunque no a la verdadera rebeldía propiamente dicha. Aquellos músicos eran “excéntricos descarados” y, repito con Stanley, “iban de la mano del antiroquismo y estaban influidos en gran medida por la música de baile afroestadounidense”.

 

“El responsable involuntario de la apertura de esta caja de los truenos fue Phil Oakey”.

 


The Human League
, el grupo de Oakley, procedía de la ciudad inglesa de Sheffield. “Empezó siendo un grupo de sintetizadores pionero de la cold wave [Siouxsie, Joy Division, The Cure… todo aquello] que aborrecía las guitarras hasta que en 1980 se escindió en dos mitades”: la otra fue el magnífico grupo Heaven 17. Nos cuenta Stanley que Oakley “hacía gala de un humor socarrón” y que, “en vista de que el único componente del grupo que se quedó fue [el fotógrafo] Philip Adrian Wright [que aunque aparecía como miembro del grupo, solamente era responsable de los efectos visuales del directo de la banda], se cameló a dos colegialas en una discoteca y las convenció para que se enrolaran en el grupo justo a tiempo de grabar en 1981 Dare!”. Las colegialas eran Joanne Catherall y Susan Ann Sulley. La discoteca, la Crazy Daisy de Sheffield.

El elepé Dare!, a decir de Stanley (¡cuánta razón tiene!), “más que de ganchos está sembrado de cepos para lobos: los sencillos Love action, Open your heart y Don’t you want me son tan redondos, tan asequibles y tienen un atractivo tan inmediato que casi da la impresión de que el grupo hacía trampas”.

Pese a aquel pelotazo, en 1984 The Human League “se fueron al garete”.

Pero quedémonos en Don’t you want me.


Día 27 del mes de noviembre de 1981, The Human League publican el cuarto de los sencillos extraídos de su maravilloso tercer elepé (el primero sin Martyn Ware ni Ian Craig Marsh), Dare!, que había aparecido un mes antes: Don’t you want me va directa al número uno británico hasta ser capaz de vender más de millón y medio de copias en el país. El resto del mundo rendido al pop la reconoció como un éxito inconmensurable. Yo no puedo quedarme quieto cada vez que la escucho. La bailé tanto…

Bajo la poderosa música de sintetizadores de Jo Callis y Philip Adrian y con la acertada producción de Martin Rushent (ya sabes: más cerca de ABBA, más lejos de Kraftwerk), Don’t you want me (compuesta por Oakey, Callis y Wright) acabó yendo directa a ese lugar donde las canciones te hipnotizan por su simpleza brutal. Y su caja de ritmos programables Linn LM-1 se convirtió en la primera que sonaba en un disco que llegaba a los números uno del Reino Unido y Estados Unidos, las patrias de la música pop.

A Oakey, inexplicablemente, nunca (o casi nunca) le gustó. Pero para mí sus casi cuatro minutos siguen siendo una expresión auténtica de lo que la música pop ha venido a hacer en la Tierra.



Trabajabas como camarera en un bar de cócteles cuando te conocí: te convertí en alguien nuevo. Ahora, cinco años después, tienes el mundo a tus pies. El éxito ha sido tan fácil para ti. Pero no lo olvides, soy yo quien te puso donde estás ahora y puedo derribarte también.

No, ¿no me quieres?

No, ¿no me quieres?

Sabes que no te creo cuando dices que no me necesitas

¿No me quieres, nena?

¿No me quieres, oh?

¿No me quieres, nena?

¿No me quieres, oh?

 

Trabajaba como camarera en un bar de cócteles. Eso es cierto, pero incluso entonces sabía que encontraría un lugar mucho mejor. Contigo o sin ti. Los cinco años que hemos pasado han sido tiempos tan buenos que todavía te amo, pero ahora creo que es hora de vivir mi vida por mi cuenta. Supongo que es lo que debo hacer.

No, ¿no me quieres?

Sabes que no te creo cuando dices que no me necesitas

¿No me quieres, oh?

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