Liliana Torres arriesga con su película Mamífera
Nosotras parimos, nosotras decidimos.
Ser padres. Más bien, ser madre. La paternidad. Más
bien, la maternidad. ¿Para qué se quiere ser madre? ¿Importa la relación de
pareja más que el sentimiento de ser o no ser… madre? ¿Qué es el amor?
De eso va esta película española de 2024, Mamífera, irregular, bien escrita, bien interpretada, dirigida a trompicones pero con la mejor intención, que, al menos tiene una duración cabalísima de poco más de hora y media.
Mamífera es el cuarto
largometraje de la cineasta Liliana Torres, autora asimismo de su guion.
Y está (aceptablemente bien) interpretada por María Rodríguez Soto y Enric
Auquer, siempre en la cuerda floja de los sentimientos, ese pertrecho
de futilidades, una caja de herramientas oxidadas, tramoyistas estúpidos de
nosotros mismos, de nuestro doloroso cuerpo de vísceras. Los sentimientos, una
manada impetuosa de terremotos que no saben adiestrar algunos humanos (como la
protagonista del filme). Palabras sinsentido que quieren decir siempre NO. Son
los sentimientos el refugio de la incertidumbre, la casa de madera de los nunca
te amaré, la vida sin vida muda de aliento, una caída del cielo, la de un ángel
terrible y hermoso, los sentimientos y la tristeza, los sentimientos y la
alegría. Los sentimientos casi nunca son amor, son casi siempre ajenos al
esfuerzo, enemigos de los espejos y las fuentes: los sentimientos son más bien
de los demás. Al final no son nuestros más que en la soledad.
Me gustó la fotografía de Mamífera, a cargo de Lucía C. Pan, pero me gustó especialmente la música de Joan Pons Villaró y Jordi Matas Domènech (del grupo El Petit de Cal Eril). Una música que discurre, como escribiera Quim Casas en la revista musical Rockdelux, “tenue y sigilosa, como queriendo no molestar”.
Este drama sobre la maternidad, cargado “de
tensión soterrada”, también “inteligente, sensual y sugestivo”, a decir de Philipp
Engel para La Vanguardia; es la propuesta de “un universo creíble y
verosímil” de su directora, según Desirée de Fez en El Periódico.
No estoy seguro de que sea una “valiente y honesta
exploración del tabú de no querer ser madre que vuela gracias a una gran María
Rodríguez Soto” en la que Liliana Torres “nunca juzga ni glorifica a su
protagonista ni sus decisiones, simplemente las explica”, como defiende Daniel
Mantilla en kinótico.
Apunta maneras Torres, que quede constancia.
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