La película Civil War: ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
La película estadounidense Civil War ha recibido críticas favorables que no coinciden en absoluto con lo que yo creí ver cuando soporté su metraje de ciento nueve minutos. Estrenada en 2024, fue escrita y dirigida por Alex Garland y sus principales intérpretes son una más que aceptable Kirsten Dunst, Wagner Moura, Cailee Spaeny, Stephen Henderson y un descomunal Jesse Plemons (en la única escena capaz de conmoverme, más bien tenerme en vilo y sufriendo). La fotografía fue responsabilidad de Rob Hardy.
No es cine bélico, aunque lo parezca
(no quiere serlo, creo), es más bien un drama de escasos quilates.
La sinopsis de FilmAffinity me
ahorra explicar su argumento, su banal argumento:
“En un futuro
cercano, donde América está sumida en una cruenta guerra civil, un equipo de
periodistas y fotógrafos de guerra emprenderá un viaje por carretera en
dirección a Washington DC. Su misión: llegar antes de que las fuerzas rebeldes
asalten la Casa Blanca y arrebaten el control al presidente de Estados Unidos”.
No vi por ningún lado en ella “un retrato hiriente, ambiguo, incómodo y muy salvaje de lo que nos ocurre” como escribiera Luis Martínez en El Mundo aunque sí estoy de acuerdo con que “pertenece al género de las películas que explican poco, aleccionan nada”, si bien no añadiría la coda de que es de los filmes que “de forma muy consciente, molestan mucho” (salvo que por molestar entendamos que no te entretenga).
Tampoco aprecio en modo alguno la “perversa,
o visionaria, o lúcida imaginación” de Garland ni que esté “bien narrada la
tensión permanente, el miedo, el instinto de supervivencia”. ¿Son creíbles
todos los intérpretes, como remata Carlos Boyero en El País?
Sergi Sánchez habló de “enorme
eficacia” en La Razón para referirse a Civil War, y pese a que
coincido con él en eso de que “la película se beneficia del clima prebélico en
el que parecemos inmersos”, si bien ahí está su principal defecto (no
relacionar el presente con ese futuro imaginario), no sé exactamente si su
director “es especialmente hábil en la planificación de las secuencias de
tensión”, aunque, ya digo, la de Plemons es absolutamente genial.
A Oti Rodríguez Marchante (ABC)
le “resulta mucho más interesante por lo que se deja sin tratar que por lo que
trata”. Lo contrario que a mí, que lo que deja sin tratar es lo que realmente
me interesa.
Porque, en suma, creo que Civil War juega (mal) con el equívoco de esconder lo esencial para mostrarnos (regular) lo malas personas que podemos llegar a ser cuando anteponemos la ambición a la simple humanidad del afecto.
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