Aquel ‘Crepúsculo’ de Federico García Lorca


“La luz va dejando que se abran las cosas al color admirable del momento... El campo, que antes había resistido toda la fuerza sin igual del mediodía de junio, va reposando sus matices delicados y enseñándolos melódicamente, apianadamente. Las montañas ya se ven azules por su falda, por las cimas rocosas aún están blanquecinas... Va modulando la luz tonos con espíritu de piedra preciosa, hasta llegar a una expresión fantástica rosa y fuego, que poco a poco va tornándose en polvo amarillo de suavidades topacio. No hay más verde que las alamedas y los labios de las acequias... El sol solemne y bueno, recortado en el azul del cielo, se hunde vagamente en un terso ombligo del monstruoso vientre serrano.

Hay temblores augustos en el aire.... después una dulce luz lo invade todo... Por los ribazos vienen las espigadoras cantando alegremente... Suena el ángelus tocado por las campanas cascadas y viejas de la ermita... Empiezan a brillar las estrellas. Entre los encinares toscos pasa el crescendo acerado de un tren... Se oyen ladrar los perros y el chocar de ruedas de las carretas que pasan a lo lejos............................. La noche.............”

Federico García Lorca

 


La maravilla que acabas de leer es el texto titulado ‘Crepúsculo’, perteneciente al primer libro publicado a sus 20 años por Federico García Lorca, el único que escribió en prosa. Un libro que es, diríamos, un libro de viajes. Se titula Impresiones y paisajes y apareció publicado en 1918 (en Granada, a cargo del tipógrafo, impresor y librero Paulino Ventura Traveset).

En el prólogo del libro, el universal poeta granadino escribía que era un volumen en el que se apreciaba “una cierta vaguedad y una cierta melancolía” en el cual lo que ocurre es retratado “con amargura e interpretado con tristeza”: se trata de “una interpretación de recuerdos, de paisajes, de figuras” en la que “quizá no asome la realidad su cabeza nevada, pero en los estados pasionales internos la fantasía derrama su fuego espiritual sobre la naturaleza exterior agrandando las cosas pequeñas, dignificando las fealdades como hace la luna llena al invadir los campos”.

García Lorca decía allí que “la poesía existe en todas las cosas, en lo feo, en lo hermoso, en lo repugnante; lo difícil es saberla descubrir, despertar los lagos profundos del alma”. También que “hay que soñar: desdichado del que no sueñe, pues nunca verá la luz”.

De Impresiones y paisajes, García Lorca tenía la misma sensación que muchos de cuantos escribimos hoy:

 

“Unos días en los escaparates y después al mar de la indiferencia. Si lo lees y te agrada, también es igual. Solamente tendré el agradecimiento espiritual tan fino y estimable... Esto es muy sincero. Ahora, camina por las páginas”.

 


En 2019, la editorial Biblioteca Nueva publicó una nueva edición de Impresiones y paisajes que incluía ilustraciones de Alfonso Zapico (quien en 2012 había logrado el Premio Nacional de Cómic por su cómic/novela gráfica Dublinés, una biografía del universal escritor irlandés James Joyce) y cuya edición y prólogo corrió a cargo de dos grandes especialistas en García Lorca: los escritores Jesús Ortega y Víctor Fernández.

 




[arte: Pedro Lira: Crepusculo (principios del siglo XX)]

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