La primera genialidad de Phoebe Waller-Bridge: Crashing
La serie británica
de televisión Crashing, de 2016, dura únicamente tres horas (seis
capítulos de treinta minutos): tres horas de comedia exhibida con un ritmo
maravilloso. Fue el debut creativo de una artista, una cineasta genial: Phoebe
Waller-Bridge, que dirige (junto a George Kane) sus capítulos, escritos
también por ella. Apoyada en una más que adecuada música, a cargo de Oli Julian,
y en una excelente fotografía, obra de Ben Wheeler, su elenco actoral,
magnífico, está encabezado por la propia Waller-Bridge y cuenta con las
divertidas y muy significativas interpretaciones de Jonathan Bailey, Julie
Dray, Louise Ford, Damien Molony, Adrian Scarborough o Lachie Chapman.
Phoebe Waller-Bridge,
de quien ya había disfrutado las dos entregas de su también excelente serie Fleabag
(y es autora además de otra serie que me ha gustado bastante menos, la cansina Killing Eve), demostró ya con Crashing la altísima categoría de su
propuesta cómica. Crashing establece ante nuestros ojos un grupo de
relaciones entre sus pocos personajes que nos va enredando de una manera
siempre humorística pero a menudo y sobre todo finalmente emocionante, en el
pleno sentido de la palabra emocionante. Hay risa, hay profundidad sin
trucos de falso artista: hay arte, arte cinematográfico, telefílmico, narrativo,
interpretativo. Pura diversión para el siglo XXI desde un Londres que podría
ser lo que Londres realmente es para mí, la capital mundial de la emoción: LA
CIUDAD.
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