Jugar al fútbol según Jorge Valdano

Siguiendo con Valdano, con lo que sabe Valdano, con lo que cuenta Valdano, con lo que él escribe, le leo que “en el fútbol las cosas tienen un orden secreto que yo no sabría explicar. Pero el tiempo me enseñó quién atenta contra ese orden y quién lo perfecciona”.


Hablemos, que hable él, de los jugadores y el juego, sigamos hablando de jugar al fútbol.

 

“El fútbol es un juego asociativo que produce soluciones eficaces gracias a individuos inspirados. De la consistencia y del mayor o menor atrevimiento se encargan los entrenadores; de la eficacia de la idea y de las ocurrencias desequilibrantes se encargan los jugadores. Millones de neuronas alimentadas por una cultura que comienza en el placer de jugar y prosigue en entrenamientos, instrucciones, partidos vistos y jugados, sueños dormidos y despiertos y una apasionada ambición. Es lo que conocemos como talento individual”.

 

No olvidemos que, aunque el fútbol se juegue con los pies, “se exprese con los pies”, lo esencial de él “pasa por la cabeza”, ya que “el carácter, la inteligencia, la astucia, la ambición, el coraje… son todos atributos del gran jugador escondidos en la caja negra del cerebro”. Si en la afición lo que cuenta, como veremos más adelante, es “la percepción, la sugestión, la ilusión, la decepción y todo el territorio emocional que moviliza el fútbol”, en los jugadores, que quieren y buscan lo mismo que los hinchas, lo que prima, al menos en los jugadores de fútbol de verdad es saber, sentir, ser responsable, poder distinguirse, regar el campo de sudor:

 

“Saber es tener criterio para estar siempre donde se debe, hacer casi siempre lo que corresponde y a veces lo inesperado. Sentir es amar lo que se hace. Ser responsable es entender que cuando uno se pone una camiseta, está representando algo que importa a la gente. Y lo que importa a la gente no es cualquier cosa. Distinguirse en fútbol es tener, por ejemplo, un gesto técnico diferenciador, como pasar la pelota con el exterior del pie con la naturalidad de quien camina. Para regar el campo de sudor hay que estar comprometido con el juego, con la camiseta, con la vergüenza”.

 

Son esos grandes jugadores los que, además de escribir la leyenda de este deporte espectacular, consiguen “que el juego no aburra a las ovejas” por medio del “talento que renueva el asombro”.

 

“Qué difícil resulta siempre explicarles a los jóvenes la clase superlativa de los jugadores de otros tiempos. Hay una frase que nos vamos pasando de generación en generación: Eso era el fútbol de antes. Una forma de reducir el pasado, como si el fútbol verdadero hubiera nacido con nosotros. Pero ni el presente es imbatible ni todo tiempo pasado fue mejor. Cada jugador es hijo de las dificultades que le tocan y no tengo ninguna duda de que aquellos héroes marcarían hoy las mismas diferencias que marcaron ayer”.

 

Mientras el fútbol siga siendo un juego de jugadores, continúo con Jorge Valdano, algo que “está hecho de grandes planes y pequeñas minucias, de métodos, ocurrencias y accidentes, pero fundamentalmente de talentos que convierten en fácil lo difícil, que despejan lo confuso, que hacen lo que hay que hacer en el lugar y el momento adecuado, con la velocidad y el criterio justo”, podremos seguir confiando en que ponerse a ver un partido de fútbol es algo inmejorable, insustituible, casi necesario. Son ellos quienes “tienen el poder de cambiar las cosas con la originalidad de sus recursos, la eficacia de sus actos y la fuerza de su ilusión”.

 

“¿Existirá mayor privilegio que el de vivir de un juego?”

 

A menudo hablamos de la inspiración de los futbolistas, suponiendo que es el talento el que se impone a la formación. “No es así”, asevera el campeón y sabio hispano-argentino, “primero hay que instruir al talento y luego esperar a que la inspiración llegue para darnos su mágica mano”.

No es el fútbol la única actividad que “no se enseña diciendo, sino haciendo”, de hecho, se suele mantener que sólo se puede aprender a hacer algo haciéndolo: “los partidos se dibujan en una pizarra, los rivales son sobreanalizados hasta en los detalles más insignificantes y al fútbol lo estamos descomponiendo en números con interminables estadísticas, pero nada de eso tiene la menor importancia si no se juega al fútbol con la emoción” que enseñan los grandes jugadores.

[Las citas de Jorge Valdano que acabas de leer están extraídas todas de su sección sabatina desde septiembre de 2018 en El País titulada ‘El juego infinito’]

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