Lao-Tse, Leary, George Harrison: todo tiene su fin. ¿Todo?
Siglo VI a.C. Siglo XX. ¿La eternidad?
¿Existió un sabio llamado Lao-Tse? ¿Vivió en el siglo VI a. C., o dos centurias antes? Creemos creer que tal vez quizás alguien a quien llamamos o llamaron Lao-Tse (‘Viejo Maestro’, también transcrito como Laocio, Lao Tzu, Lao Zi o Laozi) escribiera, es posible, quién sabe, un libro nombrado Dào Dé Jīng (que verás escrito a veces como Tao Te Ching o como Tao Te King). Todo un clásico de la cultura china. Dào Dé Jīng viene a querer decir El libro clásico sobre el camino de la virtud y el poder. Algo así. Es un texto fundamental para el taoísmo filosófico y el neoconfucianismo. En él se pueden leer palabras como estas que traducidas (mal) al español fueron a su vez antes traducidas, en 1966, al inglés (espero que bien) por el escritor psicodelista (si él defendía la ingestión de determinadas drogas como algo sagrado yo puedo calificarle así) y psicólogo estadounidense Timothy Leary en su libro Psychedelic Prayers. After the Tao Te Ching.
“Todo pasa.
El amanecer no
dura toda la mañana.
Todo pasa.
Un chaparrón no
dura todo el día.
Todo pasa.
Ni un atardecer
toda la noche.
Todo pasa.
¿Qué es lo que
siempre cambia?
Tierra...
cielo... trueno...
montaña...
agua...
viento...
fuego... lago...
Ellos sí cambian.
Y si ellos no perduran…
¿Perdurarán las
visiones del hombre?
¿Las ilusiones
del hombre?
Toma las cosas
como vienen.
Todas las cosas
pasan”.
Nada se detiene: todo pasa.
Todo transcurre.
Cuatro años después de esos
versos de Lao-Tse deconstruidos por Leary en su poema All things pass se
separaban los Beatles. Y no incluían en ninguno de sus muy últimos álbumes una
canción titulada All things must pass (‘Todo debe pasar’). Y poco que
importó. Ahora es cuando sale Harrison, George Harrison.
En su magnífico libro
dedicado al músico británico (La luz interior de George Harrison),
Conchi Moya nos dice:
“George comenzó a lo grande su carrera en solitario, tras
la ruptura de los Beatles, con el triple álbum All things must pass. Publicado
el 27 de noviembre de 1970, resultó una obra épica con un enorme éxito de
ventas y de crítica, una catedral que puso a George en el lugar que de verdad
le correspondía. Un disco hijo de su tiempo, de cuando los músicos sentían que
podían ayudar a cambiar el mundo”.
La canción que titula el
elepé de Harrison había sido lanzada al mercado pocas semanas antes en un disco
de Billy Preston, Encouraging words, publicado en el mes de septiembre
de aquel año 70, “después de que —nos cuenta Moya— los Beatles rechazaron la canción para el proyecto Get
back en enero de 1969”. All things must pass trata “sobre la
transitoriedad de la existencia, sobre la esperanza y la resignación, sobre
asumir que la obscuridad no es para siempre porque la luz de la primavera
acabará llegando”.
George Harrison reconoció que se inspiró en la canción The weight de The Band (quítate un peso de encima) y por supuesto en la mística que subyace a la adaptación de aquel texto de Lao-Tse. En su grabación, producida por el propio Harrison junto a Phil Spector, participaron Ringo Starr, Pete Drake, Bobby Whitlock, Eric Clapton, Klaus Voorman y, en su arreglo orquestal, John Barham, además de sonar en ella los metales de Bobby Keys y Jim Price.
En algún sitio se ha podido
leer que la canción que titula aquel tripe elepé monumental podría ser
considerada como algo parecido a un lamento musical por el final de The
Beatles. Lo efímero de nuestra presencia sobre la Tierra, sobre nuestra,
digamos, obsolescencia natural, acabará dando paso a todo aquello que sí
continuará sin nosotros. Después.
La letra de All things must pass dice algo así en español:
“Todas las cosas deben pasar
El amanecer no dura toda la
mañana
Un estallido de nubes no dura
todo el día
Parece que mi amor se ha
levantado
Y te ha dejado sin avisar
Pero no siempre va a ser tan
gris
Todas las cosas deben pasar
Todas las cosas deben
desaparecer
La puesta de sol no dura toda
la noche
Una mente puede volar esas
nubes
Después de todo esto mi amor
se ha terminado
Y debe estar saliendo
No siempre ha sido tan gris
Todas las cosas deben pasar
Todas las cosas deben
desaparecer
Todas las cosas deben pasar
Ninguna de las cuerdas de la
vida puede durar
Así que debo estar en camino
Y enfrentar otro día
Ahora la oscuridad sólo se
queda por la noche
Por la mañana se desvanecerá
La luz del día es buena
Al llegar en el momento
adecuado
No siempre va a ser tan gris
Todas las cosas deben pasar
Todas las cosas deben
desaparecer
Todas las cosas deben pasar
Todas las cosas deben
desaparecer”.
Ya lo decía hace siglos, muchos siglos, un sabio chino.
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