En Revancha, Kiko Amat vuelve a matar a Moby Dick


Dice un amigo en Facebook de esta novela de Kiko Amat que es entretenida. Yo creo, así se lo dije a ese por lo demás excelente lector que es Manuel Rodríguez, que Revancha es entretenida, por supuesto. Y algo más, desde luego: es literatura de la buena, muy bien escrita, llena de riesgos, todos bien resueltos.

 

               “Nadie es un villano en su corazón”.

 


Hay unos versos de un cántico que algunos de los protagonistas de esta novela ácida crean y que resume un poco el tipo de gente que puebla Revancha:

 

               “Nadie nos quiere

               y nos da igual”.

 

El narrador le dice a uno de los protagonistas algo esclarecedor en ese sentido:

 

               “Tenéis ese poder. Como dioses griegos”.

 

La acción de la novela de Amat, publicada al arranque de este Segundo Año de la Gran Pandemia, 2021, transcurre en Barcelona y en las ciudades de su extrarradio durante “los años calientes del hooliganismo” (algo que el autor al final, en las páginas de agradecimientos, considera necesario confirmar):

 

“Huele a basura, hay días en que toda Barcelona huele así. Supones que por culpa del viento que sopla desde los ríos”.

 


Un ámbito delimitado por la agresividad y la violencia de los personajes de una novela singular, una novela retadora:

 

“Les conoces a todos, lo peor de la ciudad, una vida entera a su lado, liándola, hombro con hombro, arrancándole la bondad y la inocencia del mundo, revolviéndoos contra vuestra suerte, exigiendo pago por lo que había sucedido en vuestras casas […]

El dolor, el pus, la vergüenza, el ansia de revancha”.

 

¿La revancha para siempre?

Una novela con toda esa brutalidad de la que “congela el mundo”. Una novela en la que por cierto sale un erizo que se parece prodigiosamente a un ex presidente del Barcelona, sí, una novela en la que aparecen también los lazos amarillos, pocos: no pintan nada. Una novela en la que la homosexualidad masculina tiene un protagonismo sinuoso, tremendo, oculto, muy diferente del que yo haya leído en ningún libro, o visto en ninguna película.

 

               “El amor no es ciego; ciega”.

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