Ahogarse en lo no dicho: Vicente Luis Mora escribe Centroeuropa


El crítico literario y escritor español nacido en 1970 Vicente Luis Mora publicó en 2020 la premiada Centroeuropa, que no es su primera novela y mucho menos su primer libro, siendo como es autor además ya de varios poemarios y de algunos ensayos. Centroeuropa es una novela histórica, pero no lo es al uso habitual de las novelas históricas que pueblan cansinamente el panorama literario español, dejando repletas las librerías de libros que por lo que sé suelen ser como casi todos los libros, como muchos, mejor dicho, verdaderamente prescindibles. ¿Lo es Centroeuropa? ¿Es una novela prescindible? No lo creo. Tampoco fundamental o ineludible. Es un libro de mérito literario que a uno le deja bastante frío. A mí. Y no es un chiste, dado lo que se convierte en medular en su narración (si el lector de estas líneas ve despertado por ellas sus ganas de leer la novela de Mora sabrá de qué hablo).

Creo, no estoy seguro de ello, que esta narración es una manera no demasiado rebuscada pero sí algo alambicada de hablarnos de eso que hace el pasado con las personas y cómo las personas se acomodan a su recuerdo y a sus lastres. Creo, ya digo.

 

“El pasado es tan ancho, largo y profundo que escoger como punto de partida cualquiera de sus partes constituye, en cierta manera, una impostura. Nada empieza en un punto exacto. Nuestra vida no comienza del todo en nuestro nacimiento.”

 


“Uno desconoce lo que le espera a lo largo del camino”. Redo Hauptshammer (“somos olvido compacto”), el protagonista de Centroeuropa, es quien nos narra a modo de memorias lo que leemos (“porque quiero contar para que no se me olvide”): un texto que quiere dedicárselo a su amigo y maestro el historiador Jakob Moltke (“me dedico a hablar del pasado como si fuera un familiar cercano”), un texto que él escribe con la intención de que sea útil a cuántos lo acaben leyendo. En la novela de Mora aparece una traductora (sólo en las notas, sic) haciendo observaciones al escrito de Hauptshammer (al cual enmienda la plana de vez en cuando, pues nos hace ver las contradicciones de su texto), quien, al hablar de otro personaje, dice: “me gusta recordarlo o imaginarlo hablando así y, además, no me debo a la verdad, no soy periodista”. Tengamos en cuenta que Hauptshammer llega a confesar que “sé que algunas cosas que he contado no son ciertas, o no del todo… Bueno, quizá no sea tan necesario decir la verdad, ¿lo sabemos ya?”

 

“Me he dispersado un poco. No me lo tengas en cuenta, es la impericia del novato que narra. Me distraen las frases y los recuerdos, y olvido que un escrito largo, Jakob me lo decía, debe tener estructura, como los edificios”.

 

Moltke alecciona al protagonista sobre qué es eso de escribir. Eso de escribir bien:

 

“Para que seas consciente del trabajo que cuesta escribir mal, con lo fácil que es escribir bien”.

 

Tengo la sensación de que en algún momento el escritor Mora me dijera que ¿y si bastara con que lo que escribiera uno lo leyera únicamente uno mismo? ¿Y si uno escribe sólo para sí, de alguna manera? No sé, las cosas de las novelas. Ya sabes.

Y el enigma de saber a lo largo de Centroeuropa quién es este ser humano rodeado de cadáveres helados.

 

“Enorme y oscura, como la historia del mundo”.

 

[Nota final.

El título de este artículo viene a cuento. Y viene porque el protagonista de la novela de Mora dice/escribe en una ocasión: “Viena se ahoga en lo no dicho”]

                                                                    [arte (detalle de la cubierta del libro): Caspar David Friedrich: El mar de hielo (1823-1824)]

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