Mariana Enríquez y el terror
A finales del año 2019, la escritora argentina Mariana
Enríquez publicó su novela Nuestra parte de la noche.
[...]
En esta novela, en la que “en los campos
latía una belleza antigua”, Juan, uno de sus principales protagonistas, dice
que “enamorarse no tiene nada que ver con la belleza”.
En este libro, en esta novela de terror
encasillable en ese género pero que pretende volar por encima de los
reduccionismos, la Oscuridad es el légamo sobre el que todo tiene el
sentido sinsentido de la ficción y la realidad terrible de la Argentina de hace
unas décadas es el ámbito mortal en el que los personajes de Nuestra parte
de noche se convierten en seres humanos llenos de desolación y deseo.
“No hay palabras en este mundo para la
entrada en la Oscuridad, para el último bocado”, acaba su monólogo el doctor
Bradford.
“No hay que mantener vivo lo que está
muerto”, le dice Juan a su hijo Gaspar, y le añade:
“Los
fantasmas son reales. Y no siempre vienen los que uno llama”.
Sentimientos. “No sentimos con la piel,
hijo. Sentimos con el cerebro. El dolor está en el cerebro”.
Fantasmas, fenómenos raros, la Oscuridad
como un ente fascinante, deseado, temido, la belleza, el amor. El miedo. La
lectura sometida a la tensión del miedo al terror. Mariana Enríquez
consigue por momentos subyugarnos a la deliciosa ternura de la dolorosa belleza
del trauma expresada en los términos artísticos que buscan en nuestras almas el
imperceptible deleite de lo desconocido, de lo reconocible también: de lo
desconocido dentro de lo que creemos saber.
[...]
Para Rosario, su esposo, Juan, el padre de
Gaspar, tenía el aspecto “de algo que solo estaba de visita en el presente,
algo salvaje y desolado”. Algo salvaje y desolado. Como Nuestra
parte de noche, que es más bien algo salvaje y desolador.
Una periodista escribe que “lo que pasó
esa tarde, y la siguiente es imposible”. Es ahí donde flota la novela. Eso
es imposible. Aquello fue imposible.
También la Argentina de los golpistas contra
la democracia recuperada y la respuesta de la sociedad civil argentina, en ese
mientras tanto en el que se enclava el fantástico relato que ha escrito Mariana
Enríquez. Fantástico, de fantasía.
Gaspar, el joven, que ha de “concentrarse
en recordar aquello que no había aprendido”. Gaspar, que tiene el aire de
poseer todo “el poder de una experiencia oscura”. Él, que pensará que
únicamente habría de “ir hacia los que le buscaban, había un corazón negro que
lo necesitaba”.
Es esta, sí, una novela de corazones
negros. Cuando vivir requiere renunciar a los muertos de uno. Cuando no se
sabe dejar ir a los muertos.
¿De verdad “nos parecemos a los dioses que
adoramos”, como decía el padre de Gaspar?
Sí. Es Nuestra parte de noche un
libro descomunal. En el mejor y en el peor sentido de la palabra: bárbaro,
enorme, voluminoso, extremo, monumental, gigantesco. Excesivo.
“Como
un corazón exhausto”.
Este
texto pertenece a mi artículo ‘Mariana Enríquez, Nuestra parte de noche: un
libro descomunal’,
publicado el 29 de marzo de 2020 en Periodistas en Español,
que puedes leer completo EN ESTE
ENLACE.
Comentarios
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios maleducados o emitidos por personas con seudónimos que les oculten.