Mi primera novela de César Aira

La niña que es César Aira en su novelita es una monja que se hace a sí misma en un enorme cuento pequeño, es un niño niña niño delirante que encarcela al padre, apadrina a su madre y vuelve literariamente loca a su maestra, de la que consigue aprender que nada supera en emoción y en sabiduría a la realidad cuando la ocultamos, la secuestramos, la ponemos en su sitio. A la vida no le importamos nada en absoluto, de la vida sólo podemos obtener la irreal ficción increíble, abrumadora, extática, solventada sobre el ámbar de las palabras del otro Aira, salida de alguna novela de reducidas dimensiones de quien le pone su nombre a las protagonistas infantiles de sus cuentos gigantescos. La niña que es César Aira siempre va a lo suyo.

“Mi historia, la historia de «cómo me hice monja», comenzó muy temprano en mi vida; yo acababa de cumplir seis años. El comienzo está marcado con un recuerdo vívido, que puedo reconstruir en su menor detalle. Antes de eso no hay nada: después, todo siguió haciendo un solo recuerdo vívido, continuo e ininterrumpido, incluidos los lapsos de sueño, hasta que tomé los hábitos”.

Así comienza Cómo me hice monja, de César Aira, que es una pequeñísima novela publicada en 1993 (y elegida por el diario español El País como uno de los mejores diez libros de ficción de aquel año) en la que no sale monja alguna, ya te lo digo. Una pequeñísima novela espléndida. Una ficción tan creíble como mentirosa, tan falsa como categóricamente literaria.

“En mi suprema impotencia, tenía firmemente dominadas las riendas de lo imposible. […] Pero no hay situación que e eternice. Siempre pasa algo más”.

[...]

Qué bien mienten los dos César Aira, la niña de la novela de la monja sin monja y el escritor argentino de ficciones César Aira:

“El mentiroso experimentado sabe que la clave del éxito está en fingir bien la ignorancia de ciertas cosas. Por ejemplo de las consecuencias de lo que está diciendo. Es como hacer que sean los otros los que inventen. […] Pensaría: es demasiado complicado para no ser cierto. Siempre tenían que pensar lo mismo: es la regla de oro de la ficción. […] Porque la realidad, que era el único campo en el que habría podido actuar, se separaba de mí a la velocidad de mi deseo de entrar a ella…”.

Este texto pertenece a mi artículo ‘La magia potagia de César Aira y una monja que no es tal, publicado el 16 de marzo de 2020 en Narrativa Breve, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.

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