Una de polis del gran Michael Chabon
Publicada por primera vez en 2007, espléndidamente
traducida al español por Javier Calvo un año después, El sindicato de policía yiddish
(cuyo título original es The Yiddish
Policemen's Union) es la sexta novela (su noveno libro de ficción) del
escritor estadounidense Michael Chabon.
Hacía mucho tiempo que tenía contraída una deuda con este literato magnífico, de
quien hace muchos años, más o menos cuando los publicó en castellano, yo había
leído la espléndida Las asombrosas aventuras de Kavalier
y Clay (de 2000 y traducida asimismo por Javier Calvo en 2002), su
tercera novela, y su excelente libro de relatos Jóvenes hombres lobo
(originalmente editado en 1999 y traducido a mi idioma seis años después
también por Calvo).
Unas semanas atrás decidí poner fin a este tiempo
enorme sin Chabon, sin la literatura
deslumbrantemente pop de este escritor tan moderno, tan increíblemente
cercano pese a escribir desde la lejanía de aquel país que tan bien conocemos
gracias a su extrema habilidad para hacernos creer que la cultura es sobre todo
un asunto salido del caletre de sus artistas.
He disfrutado El
sindicato de policía yiddish como recuerdo haber sacado todo el provecho
lector a los otros libros de Chabon que gocé con la emoción satisfecha de quien
busca en la lectura el auténtico placer del sueño literario vertido por los
verdaderos artistas sobre quienes leemos.
“Tiene la memoria de un
convicto, las pelotas de un bombero y la vista de un desvalijador de casas.
Cuando hay crímenes que combatir, Landsman se lanza por Sitka como si tuviera
la pernera del pantalón enganchada a un cohete. Es como si detrás de él sonara
la música de una película, toda llena de castañuelas”.
En El sindicato
de policía yiddish volvemos a saber que hay personas, nosotros a veces
incluso que tienen “esa fe estúpida del coyote [de los dibujos animados] que te
mantiene en el aire siempre y cuando no dejes de engañarte a ti mismo y decir que puedes volar”.
El sindicato de policía
yiddish es una novela policiaca, una novela policiaca ensartada en una
ucronía. Su protagonista es un policía, el detective Meyer Landsman, que “cobra por y vive para percibir aquello en que
no se fija la gente normal”:
“Landsman es un tipo duro, a
su manera, con tendencia a hacer apuestas arriesgadas. Lo han llamado tipo duro
e insensato, lo han llamado momzer y
chiflado hijo de puta. Se ha enfrentado a shtarkers
y a psicópatas, le han disparado, le han dado palizas, lo han congelado y
lo han quemado. Ha perseguido a sospechosos entre murallas centelleantes de
tiroteos urbanos y en las profundidades de bosques infestados de osos. Alturas,
multitudes, serpientes, casas en llamas, perros entrenados para odiar el olor
de los policías, todo se lo ha quitado de encima sin esfuerzo o bien ha actuado
pese a ello. Pero cuando se encuentra a sí mismo en espacios sin luz o
cerrados, algo en el alma animal de Meyer Landsman se retuerce. Solo lo sabe su
ex mujer, pero el detective Meyer Landsman le tiene miedo a la oscuridad”.
[...]
“Mi patria la llevo en mi sombrero. Está en el bolso
de mi ex mujer”, dice Landsman (el extraordinario personaje que es Bina Gelbfish,
ex esposa y en la novela jefa de Landsman).
Una novela, ya digo, magnífica, con su literatura a
veces incluso conmovedora:
“A las 12.03 el sol ya ha
fichado a la salida del trabajo. Al hundirse, mancha los adoquines y el estuco
de la plaza con una vibración de luz color violín que habría que ser una piedra
para no encontrar conmovedora”.
Este
texto pertenece a mi artículo ‘Nada significa nada’,
publicado el 5 de febrero de 2020 en Narrativa Breve, que
puedes leer completo EN ESTE
ENLACE.
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