El documental sobe Tequila que me recuerda todo lo que aún soy

En 2022 se estrenó el documental español Tequila: sexo, drogas y rock & roll, de una medidísima hora y media de duración más que cabal, dirigido por Álvaro Longoria y escrito por él mismo junto al periodista musical Juan Puchades.

El crítico cinematográfico Luis Martínez escribió en El Mundo que Tequila: sexo, drogas y rock & roll "revisa todos los excesos del grupo más excesivo del rock and roll español” ¿El más excesivo? También que “repasa todo gracias al relato meticuloso de todos los protagonistas. Buena parte de la película es un parte de bajas, una detallada descripción de una caída al vacío desde lo más alto".

Por su parte, al periodista musical Diego A. Manrique (para quien Tequila es “el quinteto hispano-argentino que —para decirlo rápidamente— cambió el rumbo de la música pop de la Transición”) le leí en El País que “Tequila: sexo, drogas y rock & roll tiene dos partes tan diferenciadas como una ducha escocesa. Un arranque triunfal, ya que el grupo arrasa de la noche a la mañana (debutan con un LP casualmente titulado Matrícula de honor, 1978) y viven el paraíso del rock hasta el comienzo de los ochenta. De una forma igualmente portentosa, comienza un declive que termina con la desintegración a cara de perro del quinteto”.

Lo que disfruté viendo el documental no puedo escribirlo, no sabría, y tiene poco que ver con el arte cinematográfico de Longoria, sino, más bien, con mi propia memoria, esa que se empeña en hacerme creer que si los Beatles son mi patria, mi infancia, Tequila son mi vitalidad juvenil, esa que se resiste a morir. A rilarse. Espero que por muchos años.

 

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