Y de repente, los Beatles; por Luisa Horno
Mediodía de domingo lluvioso. Un solitario en la pantalla. Música suave.
De pronto, aquella canción de los Beatles. Aquella, de
la que ni siquiera recuerdo el título. Na na na nanana… y, zas, tengo
15, 16 años. Todo ese amor intacto. La ansiedad y el misterio. Las maravillas
que haré. Las películas, los libros y aún mejor. Hasta los Beatles se
enterarán, porque por supuesto nos conoceremos.
Es aquella sensación, ¿verdad? ¿soy todavía aquella
cría?
No conocí a los Beatles. No me hice famosa. Pero,
cincuenta años más tarde, puedo identificar aquel amor. Lo tiene mucha gente
que lo mima y me lo devuelve. Ha crecido en mí en muchas horas intensas. En
muchas desgracias. En muchos desconocidos u olvidados en el camino.
Y la ilusión sigue ahí —me lo acaban de recordar los Beatles de repente—. Más vieja. Con arrugas y cicatrices. Más sabia.
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