¿Qué es el pensamiento crítico?
“Poner en cuestión incluso aquello que
parece obvio”. Los filósofos Francesc
Torralba (el dueño de la definición que acabas de leer) y Mar Rosàs consideran que el pensamiento
crítico está al alcance de cualquier niño (o niña, no lo repito). Se trata de una capacidad, la del pensamiento
crítico, posible, es decir, de una capacidad que necesita de unas determinadas
condiciones irrenunciables para convertirla en real.
Por cierto, antes de mostrarte esas condiciones (seis condiciones, seis), para centrar por completo el asunto, esto es lo que nos dice Wikipedia que es el pensamiento crítico, esa actitud contagiosa:
Las condiciones que posibilitan el pensamiento crítico son: tomar distancia desde el escepticismo, sin caer en el fanatismo; pensar siempre a sabiendas de que se pertenece a la sociedad civil, que uno no es nunca uno solo; ser capaz de criticar audazmente; no perder de vista nunca la humildad (la propia); admitir que todo es susceptible de ser criticado; y renunciar a permanecer atado a principio de autoridad alguno. Yo añadiría una más: saber elegir, no aplicar la perspicacia para acudir a cualquier situación armado por las ganas, el deseo y la tentación de criticar por criticar.
Por cierto, antes de mostrarte esas condiciones (seis condiciones, seis), para centrar por completo el asunto, esto es lo que nos dice Wikipedia que es el pensamiento crítico, esa actitud contagiosa:
“Es
un proceso que se propone analizar, entender y evaluar la manera en la que se
organizan los conocimientos que se pretenden interpretar y representar en el
mundo, en particular las opiniones o afirmaciones que en la vida cotidiana
suelen aceptarse como verdaderas”.
De la necesidad de incorporar al sistema educativo el pensamiento
crítico da fe que su ausencia es la cuna de la demagogia, el vivero del
populismo y sus falacias de un mundo mejor repleto de personas que dicen a todo
sí.
Las condiciones que posibilitan el pensamiento crítico son: tomar distancia desde el escepticismo, sin caer en el fanatismo; pensar siempre a sabiendas de que se pertenece a la sociedad civil, que uno no es nunca uno solo; ser capaz de criticar audazmente; no perder de vista nunca la humildad (la propia); admitir que todo es susceptible de ser criticado; y renunciar a permanecer atado a principio de autoridad alguno. Yo añadiría una más: saber elegir, no aplicar la perspicacia para acudir a cualquier situación armado por las ganas, el deseo y la tentación de criticar por criticar.
[Mar Rosàs y Francesc Torralba: Som
crítics? Fonaments per a una educació compromesa. Fundació Jaume Bofill,
2019]
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